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En mi casa paterna, bastante grande, convivíamos nueve niños, cuatro
adultos, un perro, un gato, varias gallinas y muchas palomas que llegaban al
palomar que mi madre y nosotros armamos en un árbol. En algunas ocasiones
llegaban otros animales porque mi papá los recogía en la calle y era fiesta
para nosotros y pequeño disgusto con mi madre. Las mascotas eran parte de la familia, pero no hasta el punto que ocupan
ahora, que han desplazado a los niños y hasta duermen en la alcoba matrimonial.
Nosotros amábamos nuestros animales domésticos, los cuidábamos y compartíamos
muchas actividades, en especial con los perritos, y jamás los besábamos en el
hocico o los sentábamos a comer en la misma mesa como veo que sucede ahora. Tengo claro que las mascotas son animales, que deben ser tratadas con amor
y cuidados, pero no los elevo a la categoría de personas y menos a que
desplacen a un niño o un anciano. Los perros deben tener su perrera y los gatos
su espacio para dormir, es mi modo de pensar porque soy alérgico a los pelos
que sueltan esos animales y me producen rinitis. Hasta en mi familia tengo
hermanos que duermen con su perrito. Una ventaja de las mascotas en el pasado es que comían de todo, en especial
las sobras de la mesa, eran como recicladores de comida y todo lo que sobraba,
después de las comidas de rigor en los hogares, iba al plato del perro, un
plato común y corriente y nada le hacía daño. Los gatos se alimentaban con
leche y punto, todavía se pueden ver historietas, caricaturas y dibujos
animados con los felinos domésticos tomándose su bebida láctea y cazando
ratones. Además, los perros roían los huesos grandes y masticaban sin problema
los de pollos y gallinas. Como todo ha cambiado en el mundo, los cuidados con las mascotas no podían
ser la excepción y todo se lleva a los extremos. Comidas especiales, enlatados
para perros y gatos, huesos artificiales, juguetes exclusivos para mascotas, ya
no duermen en el suelo sobre una manta vieja, ahora tienen colchones
especiales, y ni se diga de las casitas. Lo que más me causa curiosidad es ver
los perros de los limosneros y habitantes de calle que comen de lo mismo que
sacan sus amos de las canecas de basura, animales gordos, piel reluciente,
mirada feliz, y para completar, duermen en el físico suelo compartiendo el
calor humano. Qué puedo decir de los gatos callejeros, comen y roban comida, si hay ratas
a la mano pasan al estómago de los felinos y la misma suerte les corresponde a
los pájaros descuidados. Gatos que en las noches rondan por los techos en
rondas nocturnas y, muchas veces, escandalosas, en especial los días de
apareamiento. No soy gato ni perro para poder afirmar cuál de los dos estados
causa mayor felicidad a estos queridos animales. Desde siempre en mi familia
hemos tenido animales caseros, pero ahora mis herman@s,
hijos y sobrinos siguen la moda y la comida que sobra en las mesas se
desperdicia. En otro artículo les diré lo que pienso del maltrato animal. |
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