Siempre pienso en los seres queridos en esta época, aquí el
otoño va adelantado, ya amaneció congelado el rocío desde
hace varios días. El cielo es gris, frío y en fin, calador... De
vez en cuando atraviesan algunos rayos de sol, la capa de nubes y alcanza
nuestra piel, como queriendo darnos esperanzas, que no se ha ido del todo, y
que habrá a pesar de todo, algo de calorcito... que no son tan vanas
nuestras esperanzas, aunque ya casi todos los árboles hayan botado sus
hojas, solo los pinos tienen las suyas.
En la época de Navidad las mamás y los niños preparan las galletitas
navideñas con mucho tiempo de anticipación, allá por
Noviembre empiezan a oírse, como en las cocinas todos los presentes
andan correteando, alcanzando ingredientes. Haciendo cada uno lo suyo, es un
"pásame esto, o aquello"... ,
"hay que derretir el chocolate"..., o "tritura más
nueces"... "¿donde están las pasas?" y al
final de la tarea, cuando han salido estas delicias de los hornos, si hay
tiempo y si tienen una chimenea se reúnen alrededor del fuego, a tomar
tacitas de té (a veces, con Ron, las amigas) y a saborear las golosinas
que se prepararon en las cocinas, las manos mágicas de las mujeres y
niños, galletitas de chocolate con almendras, otras galletas con
rellenos de frambuesa, medias lunas de vainilla o de limón, nueces y
muchas otras golosinas. Se reúnen alrededor del fuego, observan las
llamas danzantes, las chispas de la madera cuando se consumen en el aire.
Así son las ilusiones del hombre, vuelan en el espacio y se desvanecen
con el tiempo. Se necesita más que ilusiones y voluntad, para hacerlas
realidad.
Yo pienso en mis adentros: "Es una lástima que estos tiempos sean
tan cortos, donde en todo el mundo aparenta una armonía cotidiana.
Necesitamos amor y paz de verdad y a raudales en el mundo, lo que implica un
preocuparnos del destino de los demás. El mundo actual está muy
ensimismado, vuelve el corazón, en un monstruo egoísta y
acaparador. Cada uno puede ver en su interior y ver como él/ella
alimenta esa llama de amor que nos hace soñar y crecer a todos los seres
del universo y que nos une sin duda a la energía cósmica.
En tiempos de Navidad, es bueno recordar esa otra parte en nosotros: "el
amor de verdad, excluye la indiferencia". Son tantos los seres que
necesitan de calor humano, una mano que les dé esperanza "de
vida", necesitamos un mundo con mayor "calor humano",
donde el destino de los demás, "nos importe". Y cuando
algún día tengamos que rendir cuenta de nuestros hechos, podamos
decir con orgullo al creador: "sí, tuve oportunidad y
trabajé para que tu sueño - de un paraíso en la tierra,
donde existiera amor y paz, fuera "realidad".
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