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1- Introducción: Ciento
setenta y cinco hombres huyen hacia el Norte, en plena guerra civil argentina,
con la cabeza de su general, el asesinado Juan Galo de Lavalle, escapando de
las tropas de Oribe, que ha jurado no sólo matarle sino hacerse con ella y así
mostrar su victoria. Más de cien años después, Martín Del Castillo huye
también, pero él hacia el sur, a la Patagonia y a Tierra de Fuego, buscando la
verdad que no alcanza a comprender de su relación tormentosa con Alejandra, cuyos
antepasados lucharon con Lavalle, y que se ha suicidado quemándose viva después
de matar a su padre de cuatro balazos. Bruno Bassán contempla toda a cierta distancia.
Conoce a la familia de Alejandra de toda la vida, sobre todo a su padre, el
inquietante Fernando Vidal Olmos, que ha dejado escrito antes de morir un
extraño Informe sobre ciegos. 2- Desarrollo: Segunda
de las tres novelas publicadas por el escritor argentino Ernesto Sábato (Rojas,
Buenos Aires, 1911). En ella indaga sobre el bien y el mal, del mismo modo que
lo hace Dostoievski en su Crimen y Castigo. Y lo hace en un ambiente recreado a
la perfección. No es el San Petersburgo del siglo XIX, sino el Buenos Aires de
mediados del XX, que podemos adivinar casi calle por calle, desde ese inicio en
el parque Lezama, en el que Martín siente que alguien superior a él se ha
puesto detrás para observarle, y tiene ya la certeza de que ese alguien va a
cambiar su hasta ahora gris existencia. Ahí comienza una relación difícil, manejada por Alejandra, que
es el personaje principal de la obra, en la que ella parece buscar la pureza y
la paz que no ha encontrado hasta ahora. Sábato sitúa como protagonistas a dos
jóvenes de dieciocho años que no tienen casi nada en común. Martín carece
prácticamente de pasado, si acaso unos recuerdos tristes de su hogar, con una
madre a la que odia y un padre fracasado. Alejandra es descendiente de los
Acevedo y los Olmos, familias con mucho nombre en Argentina. De la rama de los
Olmos, muy venida a menos, sólo ella y su padre parecen estar al margen de la
locura, aunque situados justo en el límite. Martín queda subyugado por los encantos de Alejandra, su pelo
negro con reflejos rojizos, sus ojos gris verdosos y sus pómulos acentuados,
casi mongólicos. Pero ella no es dulce, sino áspera, y odia a las mujeres,
sobre todo a su propia madre (rasgo común a los dos personajes), de la que dice
(no es verdad) está muerta. La relación no puede ser convencional porque Alejandra no lo
es. Se ven cuando ella decide, y hacen lo que ella quiere, sin ningún control.
Martín vive entra la pasión por ella y la incomprensión hacia todo lo que hace
y dice. Bruno es su confidente, desde que ella se lo presenta, y le escucha y
parece entender todo, pero no toma parte. Ya lo hizo muchos años atrás,
buscando el amor de la madre de Alejandra, Georgina, a quién sigue adorando,
viendo en Alejandra los mismos rasgos físicos, pero no el mismo espíritu. La pareja vive un momento en el que las cosas parecen ir
bien, pero pronto Alejandra se va separando. Algunos detalles que podemos
entrever de ella son que odia el momento de hacer el amor, y que algo de su
vida oscura (aquella a la que Martín sabe que nunca tendrá acceso) es
determinante en ello. No habla nunca de su padre y no puede oír la palabra “ciegos”. Alejandra comienza a trabajar, aumentando la distancia entre
ellos. Lo hace en una tienda de ropa, con Wanda, una mujer que es el prototipo
del modelo artificioso que ella detesta, sin representar un problema. Pero en
Alejandra hay varias mujeres, y ella confiesa que todas son verdaderas. Es
entonces cuando Martín la busca sin descanso, y ella cede para verse, sabiendo
que nada de lo que pase puede mejorar la situación. En el momento de mayor distancia Martín la persigue, y la ve
en una cafetería con un hombre cuyos rasgos reconoce. Es el padre de Alejandra.
Tras discutir nuevamente con ella, Martín enloquece, y anda sin rumbo, llegando
sin motivo a una zona de Buenos Aires desconocida para él. Es allí donde,
inesperadamente, ve por última vez a Alejandra, entrando en una casa al lado de
una Iglesia. Ahí acaba la segunda de las cuatro partes del libro. La
tercera es el informe sobre ciegos, un relato escrito por Fernando en el que
anuncia su propia muerte, que reconoce dictada por la secta de invidentes que
según él gobierna el planeta. Fernando narra sus investigaciones acerca del
único tema que según él debería interesarnos. Todo lo demás son mediocridades.
En el texto reconocemos a un Fernando cruel, que no duda en manejar a los demás
para conseguir sus objetivos, y que en los últimos capítulos narra cómo hace el
amor con una ciega, con un tinte claramente surrealista. Finaliza asegurando
que su muerte va a acontecer ya, y que “ella” le va a matar. Él está decidido a
acudir a la cita, pero deja escondido el informe. Según la nota preliminar del libro, Alejandra mata a Fernando
y luego quema su casa, en el antiguo mirador de Barracas, donde viven los
últimos descendientes del general Olmos. La última parte sirve para alumbrarnos acerca del resto del libro.
Bruno cuenta su niñez en una segunda persona en la que cabe preguntarse a quién
le habla. En ella vemos nuevamente con nitidez la crueldad, pero también la
debilidad, de Fernando, desde que eran niños. También sirve para conocer a
Georgina, y su relación con Fernando, a la que Bruno asiste con resignación. Al
mismo tiempo, Sábato narra la huida del general Lavalle, como muere asesinado,
y como sus tropas, lejos de abandonarle, huyen hacia el norte con su cabeza y
sus huesos, para que el general Oribe no se haga con ellas. El
libro acaba narrando esto y el viaje de Martín al sur, con su amigo Bucich, en
busca de la paz para el espíritu, una tranquilidad que Alejandra rompió, al
mismo tiempo que le daba sentido a su vida. 3- Comentarios: Sábato
no nos aclara el desenlace y caben las interpretaciones. Es claro el incesto de
Alejandra con su padre, pero no si es único o sucede desde hace tiempo. También
se ve nítidamente que Alejandra necesita la pureza de espíritu de Martín, el
contrapunto de Fernando, para calmar su tormenta interior. Alejandra le dice
que lo necesita, y es cierto, y no se duda que su amor por Martín sea sincero
pero en muchos momentos ella sólo le utiliza para tratar de salir de su
infierno. Finalmente, cuando Martín los descubre juntos, Alejandra no puede más
y mata a Fernando. Otros
cabos quedan sin atar. Dos personajes que aparecen poco, pero que tienen mucha
importancia, son Bordenave y Molinari. El primero tiene una extraña relación
con Alejandra, y Martín le va a buscar tras la tragedia final. El segundo es un
nauseabundo hombre de negocios, en cuyo discurso parece que el autor busca lo
más bajo del ser humano. Otros
personajes son Wanda, la artificiosa dueña de la tienda de ropa donde trabaja
Alejandra, Quique, que aparecerá tambien en su siguiente novela, Abaddón el
exterminador, y que es un amanerado comediante que encarna la frivolidad,
Tito, donde vemos el escepticismo, la ternura y el pesimismo típicos
argentinos, y Bucich, con quien finalmente huye Martín a la Patagonia. Una
característica muy de Sábato es que no cierra del todo las novelas, y las
reabre en la siguiente. El análisis que hace el propio Fernando en el Informe
sobre ciegos de “El túnel” puede llegar a estremecer al cándido lector que no
haya penetrado en el Universo de Sábato. Pero la novela tiene muchos más detalles dignos de mención.
Como en toda la obra de Sábato, hay mucho de autobiográfico, pero es difícil
definirlo con precisión. Es claro que Fernando tiene mucho de él, empezando por
la fecha de nacimiento, y siguiendo por las obsesiones que le acosan. Pero
también Bruno, de quien dice que escribe pero no publica nada. Sábato dudó
siempre a la hora de publicar, y sólo gracias a la ayuda de su mujer Matilde
(de quien dice que fue su otro Dios aparte), todos sus papeles no acabaron en
el fuego. En su vida y su obra siempre ha habido una lucha feroz entre la luz y
las tinieblas, entre la ciencia, a la que se dedicó brillantemente en la
juventud, y la literatura, en la que deja caer todas las cosas que le atormentan.
Pero en la literatura de Sábato no caben sólo las tinieblas, también hay
lúcidos ensayos en los que define a la sociedad de nuestro tiempo, dentro de un
compromiso social que le llevó a encabezar las investigaciones sobre los abusos
en la época de la dictadura de la Argentina, y que ahora le hace dirigir una
fundación en la que ayuda a los más necesitados. Pero cuando Sábato
ahonda en las profundidades de su alma no caben las medias tintas, y ahí es de
todo menos diplomático. El Informe sobre ciegos es un claro ejemplo.
Esta parte del libro se engloba bien en el resto pero también puede leerse
aparte, y en ella el autor nos muestra todas sus sombras. Para comprenderla hay
que tener en cuenta los años en los que Sábato vivió en Francia, donde abrazó el
surrealismo. Uno puede imaginarse la soledad y el temblor febril en el que
debió encontrarse mientras escribía esa delirante persecución, esa metáfora que
hace palidecer y a la que es imposible mostrarse indiferente. En Sobre Héroes y Tumbas Sábato continúa la búsqueda
de absolutos, ese algo definitivo que diera sentido a la existencia, y que
atraviesa su obra. Como su pasión por la literatura rusa, por ese Crimen y
Castigo ambientado en su adorado San Petersburgo, esa ciudad a la que
confiesa no haber visitado aún, siendo una deuda que tiene pendiente y que
espera saldar. Publicada en 1961, entre El túnel (1948), y Abaddón
el exterminador (1974), es, sin duda, la obra por la que será más
recordado. Ha sido considerada la mejor novela argentina del siglo XX y a ella
es necesario recurrir en muchas ocasiones. Es indudable que escribió más
novelas, pero esas dudas que le atormentan le impidieron su publicación, y a
nosotros disfrutar con ellas. Entre sus ensayos destacan El escritor y sus
fantasmas, Apologías y rechazos, Uno y el Universo, La resistencia, y Antes del
fin (autobiografía). Pero quien quiera conocer sus verdades más
atroces está obligado, como él mismo reconoce en Abaddón el exterminador,
a leer sus ficciones. En las últimas fechas hemos podido disfrutar un poco más
de su obra con la publicación de España, en los diarios de mi vejez, a
medio camino entre el ensayo y la ficción. Sábato quiere dejar un mensaje de
esperanza, pero a veces parece que no está convencido de poder darlo... |
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