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Hace unos días invitado por el Instituto Nacional de Bellas Artes
(INBA) de México, el escritor estadounidense Jerome Rothenberg, uno de los
poetas vivos más trascendentes de la literatura estadounidense, creador de la
denominada etnopoética, presento su libro Testigo y Milagros traducido al
español en una sala del Palacio de Bellas Artes.
En el evento externó que “la poesía aparece en muchos lugares:
lugares viejos, nuevos, conocidos y desconocidos, en lugares comunes pero
también en lugares marginales donde no se esperaría que hubiese poesía”.
Según Rothenberg, “podemos decir que la poesía siempre ha ocurrido
y se produce de manera constante y permanente en el mundo, y aparece en todas
partes, inclusive en las letras de las canciones (Creo lo dijo por su paisano
Bob Dylan que acaba de obtener el Premio Nobel de Literatura), que son de
alguna manera poesía del ser humano”.
Quien escribe poesía puede, con mayor o menor medida, dirigir su
mente y su mirada hacia las posibilidades del futuro, teniendo siempre en
cuenta lo que el pasado nos ha ofrecido, lo que nos ha arrojado el devenir del
tiempo. El escritor, de más de 100 libros de diversos géneros literarios,
expresó que algunos piensan que la poesía está alejada de la gente y que no
refleja la violencia del mundo. “Eso se debe a que el temor y la tragedia no
siempre entran en la poesía, no se dicen siempre que ocurren, pero sí creo que
han ocupado un lugar importante y fundamental en ella.
“Puedo decir con toda certeza que la poesía siempre ha tenido un
lugar en el mundo, aunque algunas veces diferimos del tipo de poesía que se
produce. La poesía como yo la entiendo y como yo la conozco, es aquella que es
capaz de cambiar la mente y el mundo de las personas que caen bajo su embrujo”.
Por eso considera que la poesía no tiene porqué excluir el presente
(de violencia e injusticia) sino al contrario, y a pesar de que muchas veces
puede parecer dispersa por ocuparse de muchos fenómenos humanos a la vez, creo
que no debe relegar nunca el terror y los problemas a los que se enfrenta el
mundo de hoy. Los problemas de injusticia siempre deben tener, también, un
lugar en la poesía”.
Recordemos que la etnopoética de la que Rothenberg es creador, es
una manera novedosa de observar la poesía en las culturas originarias,
desarrollar performance a través de ellas y establecer un poco del aura ritual
que las envuelve.
El poeta estadounidense aseveró que una de las tareas que ha
desempeñado el poeta en la historia es la de ser un visionario. “y eso se
deriva del hecho de que su trabajo tiene mucho que ver con el trabajo
chamanístico; el chamán es alguien que ve visiones, que escucha voces, y aunque
eso se lo atribuimos en la actualidad a los locos, creo que el poeta sí tiene
algo de esa locura, si no, no sería poeta”.
Aunque consideró que “habría que hacer una distinción entre los
visionarios y los profetas, pues con frecuencia los poetas son buenos visionarios,
tienen buenas visiones, pero no funcionan como profetas porque sus profecías no
siempre son tan buenas como lo quisiera el grueso de la gente”
“Mi voz tiene otras voces dentro”, ha dicho el poeta con referencia
a lenguas de grupos étnicos de varias partes del mundo y que Rothenberg ha
reunido en innumerables trabajos antológicos.
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