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En
memoria de un querido amigo Luis,
llamado Tequila por su adicción a las bebidas alcohólicas, era un hombre
solitario, compartía actividades ocasionales con los vecinos de la barriada más
nunca entabló una relación de amistad con nadie; tampoco se supo de novias o
amantes y, en general su vida fue un misterio para todos los que tuvimos
contacto con él. Jamás
nombró familiares o alguien que remotamente pareciera una relación íntima;
decía cuando se le preguntaba y decidía dar una corta respuesta que su único y
verdadero amigo era el alcohol, en todas sus presentaciones; por eso se le veía
solo en diferentes sitios de expendio de bebidas espirituosas bebiendo cerveza,
vino o trago de diferentes clases: aguardiente, ron, whisky barato, tequila (su
trago preferido y por eso el apodo), en fin, todo lo que contuviera a su amigo
alcohol. A
cualquier hora que uno se topara con Tequila sentía el
tufo alcohólico, él lo miraba a uno como pensando “este quien será” porque
siempre andaba bajo los defectos de la bebida, pero como cosa curiosa nunca se
veía tambaleante y caído de la perra (así le decimos en Colombia al que está en
una tremenda borrachera que ni sabe cómo se llama). Con
el paso de los días su mejor “amigo” comenzó a fallarle, le temblaban las manos
y se quejaba de dolor de cabeza y de la boca del estómago, pero no acudía al
médico porque decía que “enfermedad que no cure el trago es cáncer” y seguía
con su rutina permanente de ingerir licor. Todos
pensábamos lo mismo, aunque sólo lo comentábamos en privado con los amigos más
allegados. ¿Hasta cuándo su cuerpo le aguantará…” Yo no les decía que él me
consideraba su único amigo en el mundo, pero nuestros encuentros y
conversaciones eran ocasionales y nos limitábamos a temas banales como el clima
y la situación internacional. Evitaba hablar de la política nacional y no
mostraba afecto por un deporte o afición. Lo
que más me impresionaba de él eran sus conocimientos sobre arte y literatura.
Hablaba con propiedad de música clásica, los maestros del impresionismo y la
literatura en general; ¿de dónde sacaba tantos saberes si nunca se le veía un
libro? Bueno, es que nadie había entrado en su vivienda y sólo después de su
partida se conocieron sus secretos. Un
día nos encontramos por casualidad y me invitó a tomar una cerveza, fue muy
claro e insistió que sólo una. Entramos a un pequeño bar que tenía un reservado
y Luis alias Tequila me dijo: “hermano, hasta hoy llego yo” y echó un sobre de
polvo blanco en el vaso de la cerveza, prendió su infaltable cigarrillo y me
dijo que el alcohol era el peor amigo de los seres humanos, y bebía del vaso
pequeños sorbos Como
a los quince minutos se terminó la cerveza, se estaba poniendo colorado y se le
dificultaba respirar, entonces me dijo: “acabo de consumir cianuro, la vida
para mí no tiene ningún aliciente… el alcohol es un enemigo…” y se fue de este
mundo con una sonrisa que nunca le vi cuando estaba vivo. |
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