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El 28 de junio del año 1975 María Luisa Morales y yo, Edgar
Tarazona Angel, de común acuerdo, decidimos terminar con nuestra soltería y
según las costumbres de nuestras familias lo hicimos en un templo ante un cura.
Ambos íbamos vestidos de blanco y llenos de ilusiones que, en gran medida se
han hecho realidad. El tiempo pasa en silencio y ni se siente, de pronto nos hicimos
progenitores de tres hijos: dos hombres y una mujer (uno de ellos se marchó
para siempre hace dos años) y logramos darles las herramientas para defenderse
en la vida. Nos preguntan con asombro cómo es posible que una pareja cumpla
cincuenta años de matrimonio y no hay una respuesta sencilla, no hay consejos
milagrosos ni recomendaciones infalibles; tampoco recetas que se puedan aplicar
a todas las parejas. Tuvimos problemas, disgustos, peleas, reconciliaciones y
hasta amagos de separación y divorcio, pero cuando el asunto era grave
esperamos un tiempo prudencial para que se enfriaran los ánimos y dialogamos
para llegar a acuerdos, no siempre fue fácil y tuvimos separaciones temporales. Son 50 años de matrimonio más cuatro de noviazgo, eso da un total
de 54 años. Demasiado tiempo según lo que piensan la mayoría de personas. Parte
del secreto es no cortarle las alas al otro, no controlar y dejar que el otro
cumpla sus metas. Cuando nos preguntan contestamos que ella no es mía ni yo de
ella, como repiten las canciones románticas de siempre; ella puede vivir sin mí
y yo sin ella; nos amamos sin ataduras y eso es muy difícil de asimilar y
aplicar. ¿Entonces, por qué están juntos? Nos preguntan, ya lo dije, nos
queremos y ahora, después de tanto tiempo, cuando las pasiones se enfrían,
compartimos viajes, conversaciones, recuerdos. Somos buenos amigos y compañeros
y esperamos seguir juntos hasta que llegue la hora de la despedida definitiva. |
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