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Ya en el séptimo piso de la vida más un
año, o sea 71, echo miradas atrás y no puedo decir que todo tiempo pasado fue
mejor, sólo fue distinto, para bien o para mal todo ha cambiado y seguirá
cambiando; recorro los sitios donde vivimos con mis padres y hermanos y, en
algunos pueblos, ya no queda nada del ayer lejano. Estoy haciendo un inventario
mental y fotográfico para guardar esos lugares a los que, con seguridad, ya no
regresaré.
Y no son únicamente las casas, las calles,
los caminos, también son las personas; pregunto por mis amigos y compañeros de
juegos y de colegios y ya nadie da razón, los pocos que me encuentro se ven más
viejos que yo, la mayoría no me reconocen, pero sonríen cuando empiezo a
enumerar anécdotas de ese pasado compartido. Unos salieron de los pueblos o
pequeñas ciudades donde pasaron mis años, otros murieron en diferentes años y
circunstancias y de la mayoría nadie sabe que pasó.
Una canción de José Feliciano me inspiró
este artículo; “ya mis amigos se fueron casi todos, los otros partirán después
que yo…”, es la ley de la vida; todos sabemos donde
nacimos y donde crecimos y como transcurrió nuestra existencia en este mundo,
pero nadie sabe cuando le toca el turno de partir.
Supe de compañeros con muertes tristes por una enfermedad o un accidente, otros
abandonados en ancianatos, que ahora llaman casas de
la tercera edad y unos pocos en la calle pidiendo limosnas para sobrevivir.
Por razones que desconozco tengo salud y
una apariencia de diez o doce años menor, hoy, por Facebook me preguntan cual es el secreto y no se responder; puede ser herencia
genética (mi abuelo vivió 105 años y otras personas de la familia llegaron a
los cien). No puedo decir que es por mi alimentación o una vida ordenada, al
contrario, fumé y bebí demasiado y cuando sentí que el daño era muy grande paré
de fumar y años más tarde de beber licores.
Hoy quiero decirles adiós a los muchachos
(canción de Daniel Santos) que ya se fueron de la vida, saludar a los que
permanecen vivos, pero desconozco su paradero y agradecer a todas las personas
que me siguen acompañando en este transito por los
caminos de la vida, hoy 27 de agosto de 2019, doy gracias a Dios, como yo lo
concibo, por todo el tiempo vivido y los días o años que me preste por vivir.
Gracias, muchas gracias a mis lectores, a mi amiga Raquel, que me abrió las
puertas su querida revista Creatora hace varios años.
Soy feliz por todo lo que tengo, sobre todo por mi familia. Abrazos.
Edgar Tarazona Angel |
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