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Tengo un amigo que hace años se casó con una reina regional de belleza y
de allí saltó a candidata departamental y fue escogida para ir al certamen
nacional en Cartagena. Me reservo los nombres y el año. Lo cierto es que
clasificó entre las cinco más bellas y atrapó en sus redes a mi amigo
emocionado por esa hermosa mujer.
Cabe decir que mi amigo era un afortunado empresario millonario, apenas
lo que más sirve para conquistar reinas. Su noviazgo fue breve, tan pronto expiró
el año de su reinado, o de su puesto de princesa, se casaron con muchos lujos
con invitados escogidos. Ninguno de sus amigos de barrio ni conocidos. Y se
fueron del país. Todos los envidiábamos pensando lo que eran esas noches de
pasión con esa hermosura.
Pasaron unos años en que nuestro amigo no volvió por el barrio. De pronto
lo encontramos por casualidad en un municipio vecino con una cara de
aburrimiento que no podía con ella. Los tres amigos que íbamos en plan de tomar
unas cervezas nos extrañamos de su actitud y le preguntamos: ¿Qué le pasa mi
hermano? Con tono de rabia y despecho nos contestó: Me separé de mi esposa. No
lo podíamos creer.
Nos parecía increíble que un hombre pudiera separarse de una de las
mujeres más bellas del país, y se lo dijimos; entonces, nos explicó cómo era un
matrimonio con una belleza fuera de serie. Para comenzar nos dijo con tono de
ira: Jamás se casen con una reina de belleza o una modelo famosa. Ellas no
quieren a nadie, sólo a sí mismas y, a continuación, nos relató el calvario que
vivió durante los cinco largos años que duró su matrimonio.
En las mañanas madrugaba a hacer ejercicio escuchando música especial
para estas rutinas lo cual duraba una hora. ¿Desayuno? Lo que hubiera en la
nevera (ella un yogurt dietético, una galleta de soda y una porción de fruta),
después se venía el ritual de baño, peinado y maquillaje, esto en un día
ordinario, para los días especiales tres horas en el salón de belleza. Siempre
tenía la agenda llena y era raro cuando podíamos almorzar juntos. Por la noche
llegaba agotada y empezaba la rutina de desmaquillarse, un baño de tina con
burbujas, mascarillas para evitar las arrugas y cremas por todas partes. Y
nosotros ansiosos porque nos contara de la luna de miel y el súper sexo con ese
cuerpazo espectacular.
NADA de nada, nos dijo casi con lágrimas en los ojos. Nunca tenía tiempo
o estaba demasiado cansada. Eran polvos de afán, sin amor y sin emoción. Y en
algunas ocasiones que me encontré con esposos de otras mujeres así de bellas,
todos en la misma situación. Entonces, a buscar amores efímeros en los
prostíbulos. Y esto tenía que acabarse y se acabó, como dice una canción de
José José: “Hasta la belleza cansa y el amor acaba”… muchachos, ahora estoy
buscando una mujer como las de ustedes, conserven las que tienen que las reinas
son espejismos.
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