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En algunos pequeños puertos del Urabá, se
encuentran lanchas de pasajeros que pueden transportar hasta 60 pasajeros para
atravesar el golfo hasta destinos como Capurganá y Triganá. Un día, que pensaba viajar con mi esposa (hace ya
varios años) al primero de estos hermosos pueblos, se llenó el cupo y nos tocó
esperar el siguiente viaje.
Bueno, el asunto es que a uno le dan un
chaleco salvavidas que debe ajustarse antes de empezar el recorrido y, el
timonel, si así se le puede decir, explica que, si por algún motivo la
embarcación zozobra no debemos angustiarnos y permanecer con el chaleco puesto
y flotando, como las lanchas tienen un recorrido predeterminado y un tiempo
reglamentario, al no llegar en el tiempo previsto, de inmediato envían otra
para buscar a los náufragos y recogerlos.
La lancha de mi historia partió para el
recorrido de una hora y media, pero en alta mar se presentó una sorpresiva
tormenta tropical que los arrastró muchos kilómetros mar adentro. Pasaron varias
horas antes de que amainara el vendaval tropical y, como de la embarcación no
había noticias, de inmediato la comandancia de Necoclí,
despachó varias lanchas a buscarlos, pero pasó el día y la noche y nada que
aparecían.
Dos avionetas disponibles hicieron un
recorrido hasta donde tenían autonomía de vuelo, pero nada. Todos confiábamos
en que los chalecos salvavidas los mantendrían a flote, pero lo que
desconocíamos era que los vientos huracanados los habían llevado a cien
kilómetros de la costa.
Una semana más tarde, un helicóptero avistó
los cadáveres flotando. Nadie se había quitado el chaleco salvavidas. |
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