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Desde
que tenía recuerdos las imágenes en su mente y las voces le repetían que el
trago era su enemigo, el alcohol es un diablo maligno, mire como tiene a su
papá, a sus tíos y a todos esos amigotes que jartan con ellos, nunca lo olvide
niño, aléjese de las botellas y de las malas mujeres… y se lo decimos con mucho
cariño. Lo de las botellas si lo entendió porque con mucha frecuencia veía los
estragos que causaban lo borrachos en el pueblo y cada uno en sus casas, pero a
su tierna edad de cinco años no entendía porque debía poner distancia de las
mujeres si todas las de su familia lo mimaban Ya
el tiempo había transcurrido y esos consejos no encajaban en su vida bohemia.
Salió de su pueblo natal a estudiar en una pequeña ciudad fría y llena de
historia; se graduó con honores como maestro bachiller y empezó a laborar como
maestro de primaria. En su primera escuela encontró la mujer que lo inició en
todo, licor incluido y ahí fue que entendió la advertencia sobre las mujeres,
pero en vez de asustarlo quedó encantado. Su
facilidad para rimar versos de amor le abrió puertas y piernas, porque el
alcohol ayudaba a encontrar las llaves precisas. Leyó El Retrato de Dorian Grey
y, de alguna manera se vio reflejado e identificado; eso hizo que aumentara su
consumo de alcohol y de mujeres. La última vez que nos encontramos me habló de
su infancia y de los miedos que le inyectaron contra la bebida y el amor
carnal. Entre risotadas me dijo que lo mejor que le pudo pasar en su vida fue
encontrar ese demonio amigo, refiriéndose al trago, que le ayudaba a encontrar
esos otros hermosos demonios… meses después supe que se había pegado un tiro en
el corazón, completamente borracho, por una decepción de una hermosa diabla,
como llamaba a las mujeres. Lo mataron sus demonios amigos. |
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