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Todas las mujeres, o
muchas para no exagerar, le decían que era el hombre más lindo que conocían y
él se convenció de eso y se ufanaba de su belleza en todas partes. Para exhibirse,
frecuentaba sitios públicos y reuniones sociales y, como eso no era suficiente
para este hombre, comenzó a visitar bares y lugares nocturnos para encontrar
admiradoras. Una noche se encontró
frente a frente con la mujer más bella que nunca había imaginado y fue amor a
primera vista; lo que no sabía era que esta sirena encantadora era una
vampiresa malévola que atrapaba incautos y lo sufrió en carne propia. Despertó asustado y con
hambre, como si llevara muchos días sin comer; en realidad fueron dos meses, le
dijeron dos enfermeras, que admiraban su belleza, paradas a lado y lado de su
cama en el hospital a donde lo llevaron dos mujeres caritativas que lo
encontraron tirado en un andén y su hermosa carita las lleno de
compasión. Su bella amiga de ocasión
le echó escopolamina en el trago y eso lo puso a
dormir sesenta días. Se salvó de milagro. Le aseguró el médico, mientras le
sonreía de manera coquetona. |
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