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Pasó la pandemia; quedan brotes ocasionales del Covid19 en diferentes
regiones del mundo y la mayoría de habitantes del planeta ya olvidaron la
tragedia y se vuelcan como manadas a los sitios más concurridos, donde es posible,
todavía, contagiarse. No exagero con mis cuidados, pero tampoco me descuido,
por razones de salud y recuerdos tristes. Mi lista es larga; familiares, amigos, vecinos y conocidos se marcharon
para siempre de este mundo a causa del virus qué, aun hoy, se desconoce con
certeza el origen y evolución, solo conocemos las consecuencias que a mi me traen añoranzas de seres humanos cercanos a mis
vivencias. Los familiares que me dejaron no fueron muchos y no quiero dar cifras en
este artículo; amigos si fueron un número mayor y ni se diga vecinos y
conocidos que suman muchos. Todos los que en algún momento encontraba
por la calle y compartíamos una charla, ya no existen. Espacios compartidos
están vacíos u ocupados por otras personas. Música escuchada en compañía ya
carece de varios oyentes. Paseos, caminatas, celebraciones familiares y toda
clase de actividades sociales quedaron huérfanas, para mí, de esos viajeros de
la vida que ya la abandonaron. Siempre queda la pregunta: ¿Seré yo el próximo en partir? Me digo que eso
nadie lo sabe y espero, cuando me toque, irme sin dolor. |
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