La casa no está embrujada
Edgar Tarazona Angel


Recibieron de herencia una casa en el campo de la que se decía estaba habitada por un fantasma, como los herederos mayores, creyentes en espantos y aparecidos, jamás quisieron tomar posesión de la propiedad, ahora, muchos años después un grupo de nietos decidió posesionarse de la casona de los ancestros.

 

Por diferentes circunstancias el viaje se demoró y llegaron en medio de la lluvia la frente de la casa. No vieron nada extraño, era una vivienda normal en el campo, de esas que correspondían a los patronos: dos pisos, corredores amplios con barandas, muchas habitaciones y un jardín descuidado por falta de mantenimiento. Esto fue lo que observaron alumbrando con la linterna.

 

Cuando iban a meter la llave en la cerradura la puerta se abrió y una linda niña de unos doce años, con candelero en mano les dio la bienvenida. Hace mucho los estaba esperando, sigan y se quitan esa ropa mojada, les dijo. No hay luz eléctrica porque la cortaron por falta de pago hace varios años y aquí vivo sola esperando que alguien de la familia venga de visita.

 

Se miraron asombrados porque siempre habían escuchado que la casa estaba abandonada y nadie quería vivir en ella. Pero la sonrisa tierna y la voz encantadora de la niña los tranquilizó y se secaron y cambiaron de ropa en los cuartos que ella les indicó. No les ofreció nada de comer ni de beber porque la despensa estaba vacía y la estufa se notaba que no se usaba quien sabe desde cuando.

 

Al otro día recorrieron la casa y la pequeña finca extrañados por la ausencia de la niña bonita. Pasaron el día curioseando y comieron de los víveres que llevaban en el carro, como suele pasar con los jóvenes, su curiosidad los hizo buscar en los armarios y baúles, llenos de ropa vieja y a punto de desbaratarse comida por las polillas y ratas. En una pequeña urna hallaron documentos que no les interesaron y fotografías de los antepasados. De pronto apareció una foto en blanco y negro que representaba la niña que tan amable lo recibió la noche anterior.

 

En la parte posterior de la foto decía “Amelia Angel de Baquero, fallecida a los trece años al dar a luz su primogénito, QEPD”. La verdad no se asustaron, ¿así que este era el fantasma? Una linda bisabuela muerta hacía más de cien años. Y ahora ya podía tener visitas, claro que volverían.

 

NOTA: este cuento está basado en una historia real que circula en mi familia. Cambié un poco el nombre de la bisabuela.