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Con el paso de los años, y la decisión de
las parejas a no tener hijos, se popularizó la costumbre de las mascotas, por
lo general perros o gatos o ambos, como es el caso de algunos miembros de mi
familia, y eso está muy bien, porque es una manera de proteger a los animales,
pero, el tema de mi artículo se refiere a las posiciones extremas a las que
llegan los dueños de estos seres vivos.
Con los gatos no hay extremos porque no se
dejan, salvo pocas excepciones, en cambio los caninos permiten que su amo haga
lo que se le viene a la cabeza y no rechazan las pendejadas, muchas veces
exageradas, que hacen con ellos los seres humanos. Una cosa es el amor o afecto
o como se le quiera llamar, y otra humanizar al animalito.
Para que me entiendan todos humanizar, en
este caso, significa dar características humanas a los perros tales como
vestirlos, maquillarlos, llevarlos en coches de bebé, hablarle a media lengua
como a loa nenés, en fin, tratarlos como a niños.
Insisto, de pronto las mascotas llegan a ser parte de la familia y hay que
amarlo, pero no dejan de ser animales.
Hace años, en mi niñez y juventud, teníamos
perros y gatos en la mayoría de las familias, y los queríamos y compartíamos
con ellos. Tuvimos un hermoso perro gozque o de raza indefinida, llamado Rusty, peleador, bravo, cómplice de las travesuras de los
muchachos del barrio y consentido de varias señoras porque las protegía de
algunos perros callejeros que las molestaban mientras salían a mercar. Su
premio era darle un pan o un pedazo de salchichón. Los perros y gatos de esos
tiempos comían de todo, no se enfermaban ni necesitaban veterinario y vivían
muchos años, el de nosotros tocó sacrificarlo porque estaba muy enfermo y ya no
tenía ni fuerzas para ladrar a sus 25 años.
Ahora, por dondequiera que uno camine,
encuentra almacenes donde venden todo tipo de artículos y alimentos para
mascotas. Algunos enlatados son más costosos que los correspondientes para los
humanos, y ni se diga de los jabones, colonias, champús, cosméticos y toda
clase de adornos y hasta ropa. También hay colegios para perros con transporte
puerta a puerta, internados y hoteles… asombroso en un
país donde muchos niños mueren de desnutrición.
No quiero criticar a los dueños de mascotas
por el amor que les tienen, pero no se pasen de la raya; un perro es un perro y
un gato es un gato. En mi familia amamos a los animales; todos tenemos mascotas
dentro de los límites normales (menos una de mis hermanas que convive con doce
perros y quince gatos), les damos un trato cariñoso y compartimos momentos
agradables y tiernos sin tratarlos como bebes.
Añoro mi época de niño con un animales
domésticos recicladores de comida, porque todo lo que sobraba en la mesa iba
para el plato del perrito; los gatos cazaban ratones, tomaban leche y hasta
peleaban con el perro por las sobras; lo mejor es que nunca enfermaban; dormían
en el suelo sobre una cobija y en el mejor de los casos sobre un cojín; el
perro era el mejor amigo de uno y el gato el sinvergüenza de las familias y casi
no se sabía de maltrato animal, Cuando la mascota cumplía su ciclo vital se le
aplicaba eutanasia y punto, no existían seguros exequiales
para animales y menos cementerios para mascotas que eran sepultados en el patio
de atrás y encima se sembraba un planta bonita.
Amigos de las mascotas, déjenlos ser amigos
de la familia y no los igualen con los niños. Estos animales tienen su piel
natural, no los vistan como pendejos. Me disculpan, pero lo máximo que he visto
fue a un hombre maduro paseando un French Poodle
vestido como una muñeca y cuando el animalito paró a cagar, el viejo recogió el
excremento y le limpió el culo con pañitos húmedos. |
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