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Un plagiario ha de
seleccionar textos de argumento claro (…) Ésta sería la
primera regla del método. (…) Dicho de otra manera, hay que elegir
cuantos o novelas cuyo argumento pueda resumirse en unos cuantos hechos o
acciones. Por esa razón, a un plagiario no le convienen modelos como
Robbe Grillet o Faulkner, porque en las obras de dichos autores lo que menos
cuenta es la historia. Por el contrario, son muy recomendables para él
escritores como Saki, Buzzati, o el
mismo Hemingway. En términos generales, cuanto más antiguo sea el
modelo elegido, tanto mejor para el plagiario: se pueden utilizar mil cuentos
de la recopilación de Las mil y una noches, pero ni uno solo de una
antología de vanguardia. (…) Para
plagiar, es necesario dejar de lado todo tipo de libros raros (…) Que no
se le ocurra al plagiario elegir ningún libro raro que no esté
traducido a su lengua. Que no tome en consideración, por ejemplo,
aquella novela que le trajeron sus padres de una librería de la plaza de
Lenin, cuando volvieron de su viaje a Moscú, ni tan siquiera en el caso
de que su amigo el políglota le confeccionara una sinopsis atractiva de
su argumento. Porque, a fin de cuentas ¿qué sabe él acerca
de la literatura más reciente de Rusia? ¿Y si sus padres, en su
inocencia, hubieran topado con alguien que estuviera a punto de convertirse en
disidente? ¿Qué sucedería entonces? Pues que al cabo de
dos años, ese alguien sería pregonado por todos los mass media, y
hasta los mismos estudiantes universitarios se sabrían de memoria todos
los argumentos resumidos de sus obras literarias. Y si esto sucediera, claro
está, el plagio correría un grave peligro. No,
el plagiario no debe usar ardides para lograr mañosamente su intento. No
debe dirigir sus pasos, como si de un ladrón de pacotilla se tratara,
hacia barrios alejados, o hacia callejones oscuros, sino que ha de pasear a la
luz del día en los espacios abiertos del centro de la metrópoli.
Tiene que dirigirse al Boulevard Balzac o a los Hardy Gardens o a (…) Preparar
una buena defensa es de suma importancia para el plagio. (…) . Pudiera
suceder que un plagiario cumpliera punto por punto las anteriores cuatro reglas
y que, aún así, se descubriera el plagio. Cualquiera puede tener
un golpe de mala suerte, y mucho más en las culturas de ámbito
reducido donde, al haber poco espacio, las relaciones – en particular las
literarias- suelen estar llenas de intrigas, malicia y odio. Sin
embargo, ese golpe de mala suerte no por fuerza tiene que ser perjudicial para
el plagiario; sino que, muy al contrario, este puede salir fortalecido de las
redes de sus enemigos. Pero, para eso le es indispensable, en primer lugar,
dejar esparcidos a lo largo de su obra rastros de la que ha tomado por modelo;
después y en segundo lugar, aprender algo acerca de metaliteratura; a
continuación, y tercero, alcanzar cierto prestigio. Porque si cumpliera
estos tres requisitos, tendría formada su guardia pretoriana. (…) Bernardo Atxaga “Obabakoak” |
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