El verbo poner (II)



Hace un tiempo escribí un artículo titulado EL VERBO PONER, donde mostraba como, según el diccionario de la RAE (Real Academia Española de la lengua, el verbo poner tiene 44 posibilidades de uso y en cambio colocar solamente 5; ha pasado el tiempo y la costumbre de acomodar este último a cada paso en las conversaciones se convirtió en hábito, o manía si lo prefieren, hasta el punto que ya a la gente no le ponen inyecciones sino le colocan. Me puse en la tarea, leyeron bien, me puse, no me coloqué, de buscar algunas de las muchas ocasiones en que se mete el verbo colocar en lugar de poner, que sería lo correcto, de acuerdo con la gramática del idioma español.

Por la curiosidad que me acompaña, me dio por escuchar con atención a las personas con las cuales conversaba y, con mucha sorpresa, descubrí que en todos los niveles culturales se da esta costumbre que ya tomó fuerza. Como es posible que alguien diga “me coloqué a ver las noticias” o me coloqué muy triste y me dieron ganas de colocarme a llorar. Y lo dicen con una frescura increíble como si el hermoso idioma de Cervantes y otros maestros de la lengua acabara de descubrir que poner es algo mal empleado.

De ahí se desprende que las gallinas ahora colocan huevos, los novios no se ponen citas sino que se colocan las mismas; no nos ponemos la ropa, los alumnos no ponen atención en clase, colocan atención; la lista es extensa porque el verbo poner está fuera de la moda y porque en algún momento algún grupo influyente en asuntos del idioma empezó a usarlo y le sonó bien a la gran mayoría, no sé si el fenómeno es típicamente colombiano o hispanoamericano pero, mis amigos españoles, siguen usando el verbo poner cuando se hace necesario y ponen cartas al correo, tienen puestos de venta, consiguen puestos para sus hijos…

 

Es difícil que esta moda dé marcha atrás; las personas no se ponen de rodillas sino se colocan, no ponen los hijos al colegio, los colocan a estudiar, no tienen puesta la ropa sino colocada; y ojo con esta que escuché en una cafetería: “como no teníamos nada que hacer nos colocamos a ver una película”, esta última frase es de campeonato. No quiero decir que el verbo colocar sea inadecuado, pero si su abuso, a cada verbo el momento preciso, y no usarlos a lo loco como está ocurriendo.