Así que quieres
escribir ficción.
Bien, es un buen principio. Para
empezar, tenemos algunos elementos comunes a cualquier género de ficción que
debes tener en cuenta a la hora de plantear tu historia. Entre ellos están: un
protagonista agradable, un antagonista que no sea totalmente detestable, un
escenario, un conflicto y su posterior resolución.
Un protagonista agradable
Éste
es nuestro héroe. Puede ser hombre, mujer, perro, gato, robot o lo que se te
ocurra, pero tu protagonista debe ser alguien (o algo) con quien el lector se
identifique y no sólo eso, sino que desee que la misión tenga éxito.
La
mejor manera de conocer a tu protagonista antes de plantarlo en medio de la
obra, es escribir la historia de su vida. Empieza por el tipo de infancia que
tuvo: ¿Cómo eran sus padres? ¿Dónde creció? ¿Cómo era su colegio? ¿Y sus
amigos? Si el protagonista es un robot o algo inanimado ¿Quién lo construyó y
por qué motivo? ¿Qué reglas gobiernan sus acciones?
¿Por
que es tal cómo es tu protagonista en el momento en que ocurre la historia?
Cuanto más conozcas a tu personaje, mejor parado saldrá de la historia.
Otórgale un vicio o dos para que el lector se identifique plenamente con él. No
lo hagas perfecto. Quizás tu protagonista se retuerce el cabello cuando está
nerviosa o hace dibujos sin sentido en el papel mientras se supone que toma
notas. Esto acercará el personaje a la experiencia vital de tus lectores y
resonará en su interior como alguien vivo.
Un antagonista que no sea totalmente detestable
Nadie
es absolutamente malvado. Tu antagonista necesita un motivo para enfrentarse a
tu protagonista. Considera dos candidatos para el mismo puesto de trabajo. Cada
uno tiene buenas y malas cualidades. Tu antagonista debe tener buenas
cualidades que compensen las malas. Quizás se dedique a alimentar a los gatos
del barrio. O tenga un canario al que adore con dudoso gusto. Pero la idea es
que tu antagonista debe competir con tu protagonista sobre algo que importe a
ambos.
Para
hacer al antagonista realmente creíble, debe ser humano (o humanizado) con sus
vicios y virtudes más o menos compensados.
Un escenario
Tu
historia puede tener lugar en el pasado, el presente o el futuro. Pero debes
hacer que el lector crea en la existencia de ese escenario, al menos mientras
dure la historia. Deberás ofrecer detalles al lector pero no debes ofrecerlos a
la vez. Deja que sean los personajes quienes se muevan por el escenario y
admiren alguna de sus partes o se preocupen por algo relacionado con el espacio
que habitan. Déjalos que recojan partes del decorado o se sienten en sillas de
diferentes tipos varias veces. Un detalle aquí y allá y las respuestas que den
tus personajes a su entorno darán una idea aproximada al lector de dónde se
encuentran tus personajes.
Conflicto
En
cada historia hay algún tipo de conflicto. Puede ser una situación
verdaderamente competitiva o bien que los protagonistas masculino y femenino no
saben como tratarse y sus equívocos dan lugar al conflicto. Los personajes
deben encontrarse obstáculos a superar gracias a su agudeza o inteligencia, a
la suerte o a un cúmulo de casualidades. Es importante evitar las soluciones
“convenientes” (en las que no cuentas la existencia del amigo de infancia que
tiene la solución al problema que atenaza al protagonista hasta la última
página por ejemplo) a no ser que las sitúes al principio de la historia. Por
ejemplo, si tu protagonista necesita usar algún tipo de arma, debería aparecer
en la descripción anterior del escenario. Quizás las espadas de su padre están
colgadas encima de la chimenea. Quizás ha estado cortando verduras en la
cocina. Encuentres la solución que encuentres a tu conflicto, las herramientas
deben aparecer antes de que sean necesarias al protagonista.
Incluso
las habilidades que tu protagonista usará en la resolución del conflicto deben
contarse antes de que el tenga que desentrañarlo. ¿Le gusta resolver los
crucigramas del periódico cada noche antes de acostarse? ¿Usa los puzzles como
método de relajación? ¿Le gusta escalar? ¿Realizó un curso de seguridad vial?
Todo lo que ayudará al protagonista a resolver el conflicto debe tratarse con
anterioridad o el lector se sentirá engañado. No puedes incluir nada que haga
la resolución más fácil al protagonista si antes no se lo has presentado al
lector.
Una resolución
Tiene
que haber una solución para cada conflicto de la historia. Puedes usar una
serie de pequeños conflictos para llegar al principal pero cada conflicto
necesita su solución individual al final de la historia. Quizás tu protagonista
quiere comprar el negocio de alguien para incrementar sus beneficios. El
conflicto principal puede ser que el dueño del negocio no quiera vender, o no
quiera vendérselo a esa persona en concreto. Esto crea un conflicto. ¿Cómo lo
resuelves? La negociación puede ser una solución. El asesinato otra. Una acción
hostil y bursátil en un escenario de negocios, la tercera. En algún momento de
la historia tu protagonista y tu antagonista tendrán una confrontación y
deberán encontrar una solución. Aunque uno de ellos termine muerto.
Otro
punto a tener en cuenta en tu historia. Tus personajes deben hablar
naturalmente. Lo que es natural para uno puede no ser la manera de hablar de
otro. Si uno de tus personajes es extranjero por ejemplo, hablará diferente de
alguien que sea nativo de la persona que cuenta la historia. Recuerda, por
ejemplo, "Sin noticias de Gurb" de Eduardo
Mendoza.
Por
el mismo motivo, nadie usa los nombres todo el rato cuando habla con otra
persona. Así que no llenes tu historia con cosas como ésta:
- Eh Juan, veo que te has comprado un coche nuevo.
- Sí Miguel, lo compré justo ayer. Es bastante caro, por cierto.
- Me encanta su color, Juan.
Puedes
usar algunos términos de lenguaje coloquial, propio del estrato social de tus
personajes, en el diálogo; pero cuidado con el mercado internacional que puede
no entenderlo. Usa los juramentos de manera espaciada. Si eres creativo tienes
que ser capaz de transmitir la idea sin la necesidad de usar siempre el mismo
tipo de lenguaje. Crea tus propios juramentos que usarás al largo de la
historia sólo si son absolutamente necesarios.
Así
que aquí tienes la base para crear una historia: la gente que vive la historia,
el conflicto y su resolución. Todos ellos constituyen el argumento. Son básicos
para cualquier género o tipo de historia. Lo que hagas con ellos es lo que
determinará el género de tu historia (romance, contemporánea, misterio, ciencia
ficción, fantasía...). Cada historia necesita de estos elementos básicos para
ser historia.