“Alabado seas”: La encíclica de Francisco… El Papa verde
Washington Daniel Gorosito Pérez



Sin anestesia, es que así debe ser ya que la situación del planeta tierra es muy grave, culpables todos, pero mayoritariamente, Gobiernos de países desarrollados y grandes empresas los más responsables de lo que se ha denominado: cambio climático.

La encíclica “Laudato si” (Alabado seas), titulada como el famoso cántico de las criaturas de San Francisco,  (Lettera Enciclica sulla cura della casa comune). En su primer capítulo denominado: “Lo que está pasando en nuestra casa”, es algo que todos sabemos, “un solo mundo, una sola casa, el planeta”, pero muy pocos reflexionamos y actuamos tomando esto en cuenta.

Jorge María Bergoglio, digamos metafóricamente, “le declara la guerra” a las grandes empresas y a los líderes que gobiernan lo países más poderosos. Según el Papa Francisco han contribuido al cambio climático y a la generación de pobreza por el “uso desproporcionado de los recursos naturales”.

Su propuesta es clara y definida, un cambio radical que nos conduzca a otro estilo de vida para frenar el daño al planeta y que el mismo no se siga convirtiendo en “cada vez más un inmenso depósito de porquería” como lo describe el Papa en su documento.

La Encíclica  enjuicia y remarca la debilidad de las reacciones políticas ante la catástrofe ecológica, mientras analiza temas claves como la mala gestión del agua, la gran desigualdad entre las regiones pobres y ricas, la relación que existe entre la contaminación y el cambio climático entre otros.

Francisco es directo: el calentamiento originado por “el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la Tierra, especialmente en África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los cultivos”.

El Papa responsabiliza al actual sistema económico mundial: “La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica. De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biósfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro”.

De ahí que sostiene: “Hay que eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente”. Lo anterior no es poca cosa.

En la Encíclica cita a diversas Conferencias Episcopales y a sus predecesores, Benedicto XVI y San Juan Pablo II. Al criticar duramente el “paradigma tecnocrático” actual, que tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. Cita en varias ocasiones a Caritas in veritate, la Encíclica “económica” de Benedicto XVI y destaca que “el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano e integral y la inclusión social”, como nos han querido hacer creer.

“Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema económico mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad y el medio ambiente”. “Así se manifiesta que la degradación ambiental y la degradación humana y ética están íntimamente unidas”.

El Papa que llegó del Sur se refiere a los jóvenes y el futuro: “No hay futuro para los jóvenes si no nos ocupamos del ambiente. El progreso y desarrollo son importantes, pero deben ser sustentables”, reclama.

Me uno al mensaje nuclear de la primera Encíclica que el Papa Francisco ha escrito solo: escuchar a la tierra y a los pobres,  construyamos una ética de los vulnerables, un cambio en la cultura y la gobernabilidad.  Así lo expresa: “Escucha el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”.

Sin lugar a dudas con este documento con el que se dirige a todo el mundo, no únicamente a los católicos, el Papa Francisco nos reafirma una vez más porque se ha convertido en una autoridad mundial incluyente, sin importar religión, raza o nacionalidad.

“Lo que está ocurriendo  nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural”. “Sabemos que las cosas pueden cambiar”. ¿Estamos dispuestos los habitantes del planeta a esa revolución y a cambiar nuestra forma de pensar, ser y vivir? En conclusión, de eso se trata, un gran desafío tenemos por delante y hay muy poco tiempo.