Lumbre negra (Pedro Pascual Ramírez)
Washington Daniel Gorosito Pérez



Recibí hace unos días con gran placer en mi domicilio en Irapuato-Guanajuato- México, la segunda novela de mi estimado amigo, el escritor e historiador valenciano, Pedro Pascual Ramírez. Como lo dices en la dedicatoria, coincido contigo y no tengas dudas que la misma ha servido “para acrecentar nuestra epistolar amistad.”.

Pedro Pascual es un investigador apasionado de la historia de la vieja España, y su opera prima fue la novela titulada: “Morir en Guanajuato”, tierra a la que conoce y al igual que a México no exagero en decir que ama.

Nos dice el autor: “Lumbre Negra es una historia, no sé si más dramática o hermosa, que acontece en una época y lugar de libertades ya olvidadas que deberían ser infaltables en la literatura y la Historia de España”.

Pero…¿Por qué Lumbre Negra?... “Todos los recuerdos que voy a contar, están amparados por una imagen que ni puedo ni quiero olvidar, y que es la lumbre negra de unos ojos que en su día desbarataron mi pensar con su único mirar y que ahora me emocionan con tan solo recordar”.

Si hay algo que disfrute, desde que empieza la novela, son las descripciones que realiza el autor, quiero destacar que Pedro Pascual es un verdadero Maestro de la descripción, lo comprobé a lo largo de toda la obra; un elemento técnico fundamental para que nos integre realmente a los lectores en la historia.

La ubicación en el espacio geográfico y el tiempo, la Nueva España y el Popocatépetl, marco para el diálogo entre Beatriz y Andrés que da inicio a esta extraordinaria historia que te “engancha” , desde ese momento hasta el último capítulo, el 37 con un título muy reflexivo:” El mudo adiós al mundo civilizado”.

Andrés que le dice una frase que me fascinó a Beatriz al iniciar su relato: “Viví, gocé y padecí de la vida como ningún mortal lo hiciera”. Todo inicia hacia el norte, lo que el autor dirá que posteriormente será conocido como El Lejano Oeste. Una travesía extraordinaria a la que se abocaban esos hombres venidos de la vieja España, mezcla de aventureros, héroes y villanos. Sólo Andrés sobrevivirá el cruce del desierto y casi muerto despertará siendo atendido por una anciana que con su eterna vasija le alimentará.

Al recuperarse y salir de cacería, logra traer una liebre, luego que la misma le quiso ser robada por un gandalla, lo que hizo que la anciana empezara ser atenta con él. La vieja Ika, así se llamaba, le da veinticuatro horas para buscar el camino a la libertad. Andrés que era un joven soldado, altivo y arrogante que estaba más que dispuesto a luchar por su sobrevivencia. Entre las vicisitudes que atraviesa, es atacado por una víbora de cascabel, que no alcanza a picarlo y posteriormente terminará comiendo asada parte de ese enorme reptil de unos dos metros de largo.

Será espectador de una desigual batalla entre una loba que defenderá su cría y un enorme oso que terminará acabando con ella; Andrés “adoptará” al lobezno y lo bautizará Ika en recuerdo de la anciana. Encontrará a un hombre mal herido, el que llevará a su cabaña y pese a estar muy delicado logra recuperarlo. No entendía su lengua, pero le dijo llamarse Atay, y ser amigo; ambos, medio se empezaron a entender.

Ya la novela en sus primeros pasajes va mostrando la vivencia de valores humanos, lo que será una constante en todos los capítulos. Atay lo lleva a su poblado y explica lo vivido en su ausencia de diez noche y presenta a Andrés su hermano Wiatay, Ante su pueblo Atay al haber pasado la grave situación sanitaria y vivir, lo considera una ayuda de la madre naturaleza y da a conocer su deseo de tomar como hermano a Andrés, lo cual se hará realidad tras una tradicional ceremonia.

Posteriormente Andrés, matará a un oso, partiéndole el corazón con una lanza y participará en la cacería de búfalos, lo que le hace ganar más simpatía en el poblado debido a su importante colaboración en las faenas de seguridad de los habitantes del poblado y de su alimentación.

Andrés le dará a conocer al jefe Tao, su deseo de quedarse a vivir allí. Posteriormente, Andrés conocerá y se enamorará de la hermosa Aymay a quien le pedirá lo acepte como marido. Deberá ser escuchada su situación por el Guardian de lo Sagrado, el venerable anciano Tamenhad y el Consejo que decide poner una prueba a Adrián. Serán dos días de ayuno sólo en una cueva y posteriormente deberá liberar una prueba de dolor. Siguen presentes los valores, tan importantes como el amor a Aymay y el ferviente deseo de integrarse como un miembro más a la comunidad.

Antes de entrar a la cueva se le recomienda, mantener el fuego vivo ya que sus llamas formarán una barrera que no deberá traspasar. Aguantará el hambre y la sed, durante dos días, para posteriormente recibir unas heridas y ser colgado.

Andrés, aguantará el dolor y no proferirá ni un leve quejido. Un águila voló sobre él, hermoso designio, y tras el infierno, vendrá el descanso. Ahora se llamará Wankiye al ser integrado a la comunidad, ese será el nombre del nuevo miembro que al decir de su hermano Atai significa: “El águila le ayuda”.

Una vez casado con Aymay, esta tendrá su hijo a la usanza tradicional, sola en el medio del bosque y aquí el autor nos regala una frase hermosa: “el llanto del recién nacido que sonaba como primer canto de vida”.

De esa manera Andrés tuvo un elemento fundamental para integrarse al pueblo, el fruto de su semilla en aquel apartado rincón del mundo. Pero vendrá la tragedia, Aymay será atacada en el bosque por un integrante de un pueblo enemigo, ante la agresividad de este y la intención de violarla, se clava un cuchillo en su abdomen. Andrés estaba fuera del poblado y cuando llega la encuentra grave y ésta le hace saber que se han llevado a su hijo al igual que a otros integrantes de la comunidad.

Luego de liderar un ataque para realizar el rescate de prisioneros, una vez que tuvo que esperar que se cumplieran los diferentes partes del proceso que marcaba la tradición. El jefe habla con Andrés una vez que se realiza el rescate y le propone, es más considera que debe regresar a su “mundo”. Lo que hará y como titula el capítulo el autor: ¿Un adiós, o un hasta pronto?

Aunque el enigmático Andrés, como le dice Mendoza, le comentará a Beatriz que compró dos corceles y una yegua y se marchó. En una parte de la historia Andrés considera que sería muy bueno que este pueblo tuviera caballos, a los que no conocían. Andrés regresó a ese lugar idílico que le había narrado a Beatriz y ante los cuestionamientos de ¿Durante cuánto tiempo existirá ese lugar? ¿Hasta cuándo ese mundo respirará libertad? Recibió como respuesta:

¡¡HASTA QUE EL HOMBRE CIVILIZADO LO ENCUENTRE!!