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El escritor mexicano Juan Rulfo sólo escribió una novela, “Pedro Páramo”, y un libro
de cuentos, “El llano en llamas”. Sin embargo, se le considera uno de los más
grandes escritores mexicanos, y para mí, uno de mis escritores favoritos, desde
luego el que más me conmueve. Sus palabras, escasas y sobrias, quedan
cinceladas en quien las lee. Este
libro lo he leído muchas veces, y no se agota, todavía sigue esperando nuevas
relecturas, y en cada una aparece una nueva visión, como cuando se contempla un
prisma infinito. Libro dónde se mezclan vivos y muertos, en
pasajes tan tenebrosos como: Estoy acostada en la misma cama donde murió mi madre hace ya
muchos años; sobre el mismo colchón; bajo la misma cobija de lana negra con la
cual nos envolvíamos las dos para dormir. Entonces yo dormía su lado, en un
lugarcito que ella me hacía debajo de sus brazos. Libro escrito en un país muy
religioso y que se atreve a hacer una crítica a la iglesia tan profunda que
llega a poner en boca de un cura: Qué le costaba a él perdonar, cuando era tan fácil decir una
palabra o dos, o cien palabras si éstas fueran necesarias para salvar el alma.
¿Qué sabía él del cielo y del infierno? En el fondo, si se llega a él deshojando
las sucesivas capas, nos encontramos con una historia de amor: Pedro Páramo no
consigue redimirse en su amor a Susana, la única persona a la que amó, pero ese
amor lo hace más humano. Y no puedo decir más de este libro tan
cortito, sólo que se lea, que no asusten los mexicanismos ni otros localismos
que contiene, se trata sólo de un disfraz para un libro universal y eterno. |
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