|
|
Me ha impresionado la
lectura de este libro. Lo empecé básicamente porque el autor es
ruso y bueno, sin más referencias. Siempre escriben de las cosas que
más me interesan. Lo acabé ese mismo día, por dos motivos:
me gustaba mucho, pero también me agobiaba y prefería pasar
rápido el trago. Trata los últimos días de vida de un
funcionario acomodado, cuando se le cae su castillo de naipes y ve la muerte
como algo irremisible. Todo lo que le pasa por la cabeza, que no es poco, ni
fácil de asimilar. Dicen que al autor le sucedió algo parecido en
su lecho de muerte. Esa coincidencia me hace pensar que este relato lo
escribió desde la agonía, como creo necesario que hay que leerlo,
quizá en poco tiempo, de hecho no son muchas páginas. Iván Ilich es
un tipo que ha conseguido para sí mismo lo que quería. Eso es al
menos lo que piensa. Estudia lo que hace falta para labrarse un buen futuro,
consigue un buen trabajo relacionado con la justicia, al que dedica la mayor
parte del tiempo, cuida sus amistades, y se casa con una mujer de buena
familia. Todo es correcto en él. No tiene malos sentimientos, pero es
más bien práctico y siempre sabe adecuarse a las circunstancias:
si su mujer está irritable, pasa más tiempo trabajando, o se va a
jugar a las cartas con los amigos. Que mejora su humor, se va antes a casa. Cuando
toca juzgar a alguien, lo hace de manera intachable, pero no mezcla
sentimientos. Un día tiene un
absurdo incidente doméstico que al principio no parece importante. Con
el tiempo se convierte en un dolor molesto. Preocupado, va de médico en
médico. No le dan respuestas claras, ni coincidentes. Comienza a
sentirse cada vez peor, y piensa que la gente que le rodea no se preocupa por
él como debiera. Esto le provoca mucha turbación, y le hace
pensar en el comportamiento de las personas, también en el suyo a lo
largo de su existencia. Sólo encuentra consuelo en el criado de la casa,
un muchacho que parece realmente volcado en conseguir que se sienta mejor.
Iván comienza a odiar a su propia mujer y a su hija, que tienen una
actitud algo superficial. Y a darle vueltas a su vida, que ahora no le parece
tan acorde a sus deseos. Finalmente, sabedor de que los médicos
rehúsan decirle la verdad, y que esa no es otra que va a morir en poco
tiempo, piensa en la muerte como continuación de la vida, en un paso
irremediable, que no pensó nunca que le tocaría a él, y
que ahora se le aparece tan cerca. Tiene verdadero terror a ese instante, que
sin embargo pasa como uno más. La muerte como
argumento. El momento maldito, final. Cuando el futuro desaparece y sólo
puedes mirar atrás. Un texto que estremece. |
|
|