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Faulkner tiene fama de escritor complejo y
dicen que ésta es una de sus novelas más sencillas, así
que quise empezar por aquí. Más que querer, TENÍA que leer
a Faulkner; me encanta la literatura del “boom” hispanoamericano y
sé lo influidos que estuvieron estos escritores por la lectura de
Faulkner. Así que algo tendrá, pensé, si su influencia
produjo tanto y tan bueno. Y no me ha decepcionado. Faulkner, incluso
en esta novela de apariencia simple, esconde más de lo que muestra y su
maestría es innegable. “Luz de agosto” es una novela
inquietante y amarga. Los personajes protagonistas está muy bien
dibujados incluso con los pequeños esbozos que nos da de cada uno, y la
voz protagonista es la voz de un pueblo del sur de Estados Unidos, un pueblo
que todavía se niega a creer que han perdido La novela avanza a pequeñas pinceladas,
con distintos narradores, saltos de tiempo, pero en ningún momento
pierdes el hilo, siempre sabes quién habla, y de fondo esa voz amarga,
ese murmullo de la gente de los pueblos que antes de vivir sus vidas prefieren vivir
en las vidas de otros, hablando de las vidas de otros. Un murmullo tenue,
continuo, que va tejiendo la historia, que la va extendiendo al sol de una
larga tarde de agosto. A veces algo duro, algo amargo, se te
atraganta y te cuesta continuar
leyendo pero siempre sigues; quieres saber más, qué
pasará, porqué ese personaje actuó así. Se podría decir que el hilo
conductor de la novela es Lena Grove, con la que el libro empieza y termina. Esta
joven de Alabama parece representar
la corriente de la raza humana, que sin detenerse a pensar, siempre
imbatible, sigue avanzando paso a paso. Cuando terminas el libro, de pronto, se te cierran
todas las piezas en la cabeza. Y te das cuenta de que lo que Faulkner ha
conseguido no es una anécdota de un pueblo sureño sino un mosaico
magistral de la vida que poco a poco, con retazos de un lado y de otro, cobra
sentido al cerrar el libro. Septiembre de 2007 Raquel Creatora |
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