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El intelectual argentino que entre otras
confesiones dijo que “el arte le salvó la vida”. Y vaya que lo salvó, al igual que su
compromiso político y ético que confluye en su obra. En 1992 le confesó a
Newsweek que estuvo dos veces tentado de suicidarse. A este físico que
estuviera en París con los Curie, el reconocimiento literario le llegó en 1961
con su obra “Sobre héroes y tumbas”, y la consagración definitiva en 1974 con “Abaddón el exterminador”. A los 99 años partió en su residencia de
Santos Lugares a las afueras de Buenos Aires, el hombre que nació un 24 de junio
el mismo día que años después moriría Carlos Gardel en Medellín, uno de sus
ídolos del tango. Casi ciego como Borges, quien lo criticara
duramente: “Ha escrito poco pero ese poco es tan vulgar que nos abruma como una
obra copiosa”, así lo calificó en 1956, según el diario que Bioy Casares
escribió sobre sus conversaciones con su amigo Borges. Aunque una vez dijo: “¿Para qué hay que
escribir tanto?” Se auto cuestionaba. “Yo sólo cometí tres novelas”. Ironizaba
fiel a su estilo. A pesar de sus detractores por distintas
razones, el autor de “El Túnel” se consolido en su momento como el mejor
exponente de las letras argentinas con una enorme proyección internacional.
Entre tantos galardones obtenidos destaca el Premio Cervantes en 1984 y fue
propuesto como candidato al Nóbel de Literatura en el 2007. También hay quienes
consideran que Sábato debería haber sido propuesto para el Nóbel de la Paz. A mi juicio, el pensamiento que pinta de
cuerpo entero a Ernesto Sábato, es el siguiente. “Yo creo que hay que escribir
cuando no damos más, cuando nos desespera eso que tenemos adentro y no sabemos
lo que es, cuando la existencia se nos hace insoportable”. Insoportable para Sabato,
eran las incoherencias que planteaba el pensamiento antijudío: “el antisemita
dirá sucesivamente y aun simultáneamente, que el judío es banquero y
bolchevique, avaro y dispendioso, limitado en su gueto y metido en todas
partes. Es claro que en esas condiciones el judío no tiene escapatoria:
cualquier cosa que diga, haga, o piense caerá en la jurisdicción del
antisemitismo”, más adelante dirá: “Bastaron unos cuantos gritos bien
seleccionados por los teóricos de Hitler para movilizar a millones de
ciudadanos en el país más instruido del mundo”. Ernesto Sabato
comparte con Jorge Luis Borges el haber sido admiradores de la cultura judía.
Maravillado frente a la reacción de “este misterioso pueblo judío de volver a
reír y bailar sobre las cenizas del último pogromo”, comentaba: “ese pueblo que
ha sufrido los peores horrores y que ha dado a la humanidad entera uno de los
conjuntos más asombrosos de genios a la ciencia, en el pensamiento filosófico,
en las artes y en la religión”. Y agregaba Sabato:
“El destino enigmático y sobrenatural del pueblo judío, es la causa de mi
fascinación por él”. En otra conferencia confirmaba el derecho
de pueblo judío a tener un Estado: “Hay que partir de una base irreversible: el
pueblo judío tiene derecho definitivo a tener su Estado de Israel. Este es un
hecho indiscutible. El pueblo judío tiene ese derecho: lo ha ganado con sangre,
sudor y lágrimas”, y agregaba sobre la vida de las colonias colectivas: “la
experiencia del kibutz es el experimento más trascendental que ha emprendido la
humanidad”. También defendió con vehemencia, en los últimos años, el derecho de
los palestinos a tener su propio estado nacional. |
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