El ilusionista
César Molina Consuegra



Terminó el número de los conejos rojos, e inició el tema de la desaparición. Consistía en meter a su asistente (una mujer aguilucha llamada Íngrid) en una caja funeraria… Entonces gritaba DESAPARICIÓN y la asistente desaparecía. El público se puso de pie y aplaudía frenéticamente.

Entonces una muchacha se puso de pie en el auditorio y dijo que quería participar del número de la desaparición. Camino casi ingrávida y subió a la tarima sin que se viera ningún movimiento de los pies ascendiendo la escalera. Pocos se dieron cuenta. El ilusionista la metió en la caja y dijo DESAPARICIÓN. En el acto la muchacha desapareció. Mostro la caja vacía y el público de nuevo aplaudió por unos minutos. De pronto el perro del ilusionista llamado ESTALIN, ladró. Luego aulló aterrorizado y salió corriendo. El ilusionista miró la caja y estaba vacía, pero sintió que lo ahorcaban y pataleó ensangrentado y cayó al piso. La multitud huyó despavorida. La sangre corría sobre la tarima. Ahora se caía el techo del Radioteatro.