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Antes todo eran los niños y viudas de Vietnam arrasados con napalm y
quemados vivos a nombre del sueño americano. La tv no mostraba jamás la masacre
sobre el pueblo vietnamita. En el recuerdo nadie recordó el crimen de los
bombardeos continuos sobre DOMBAS en Ucrania. Ya nadie recordaba el ideario
nazi y los campos de concentración de exterminio de otras nacionalidades. Los
ojos inocentes quedaron abiertos para siempre y entraron en la muerte entre
metralla y napalm. Por eso ninguna guerra es justa. Hay un olor penetrante a
pólvora en el cielo. El diablo está
suelto y ha escapado del infierno. Los cuerpos insepultos exigen su minuto de
silencio ante tanta afrenta y despojo de una vida digna… Ahora todos recuerdan
a ANTÍGONA.
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