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Había
sobrevivido a tres accidentes aéreos apenas con algunos rasguños y una que otra
costilla fracturada. Era un caso insólito e incomprensible. Él lo explicaba de
manera sencilla. Siempre se sentaba en las últimas sillas al fondo del avión.
Aparentemente existían más probabilidades de sobrevivir cerca del timón de
dirección de la aeronave. Otros decían que tenía un niño en cruz en sus brazos.
No obstante, se sentía incómodo con la nueva situación de pérdida de su
privacidad. Caminaba escondiéndose de los reporteros. Huyendo de ellos atravesó
la autopista y lo atropelló un camión cisterna. –En la luz blanca que se alzaba
desde el suelo todos vieron que volaba como el Pegaso alado
mitológico.
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