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Una rosa para Faulkner Antes incluso de abrir los ojos ya siento tu presencia. Una
calidez desconocida me embarga al pensar en tu cuerpo junto al mío, y me
ovillo a tu lado disfrutando del momento. Todavía no quiero abrir los
ojos, no, quiero dejarme tomar por los recuerdos de la víspera. Pienso en la rosa depositada en la mesita que pocas horas antes
formaba parte de mi ramo de novia. No necesito mirar al suelo para saber en
qué desorden se encontrarán los trajes de ceremonia que se
dispersaron en la urgencia. No abro los ojos. Después de tanto tiempo al fin se cumplió nuestro
deseo, largamente acariciado. Aquella bestia quiso impedirlo en el
último momento, pero no lo consiguió. Si no abro los ojos no
veré la herida de bala junto a tu corazón. No abro los ojos, y no los abriré hasta que consigamos
despertarnos juntos. |
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