El belén (Nanocuento)
Carlos Almira Picazo



     Al día siguiente me las arreglé para volver solo. Esperé a que el Belén estuviera a punto de cerrar, pensando ingenuamente que entonces habría menos público. Se trataba de una figurita muy secundaria en la que normalmente no me hubiese fijado. Esa noche me informé de que tales figuritas están articuladas pero no pueden variar de expresión. “Estás loco”, se burlaba Palencio, “cómo te va a mirar una figura”. “Aquel carpintero que desbasta una tabla, allí”, hasta que la gente nos empujaba hasta la Plaza. Así que empecé a ir solo.

     El carpintero salía de su ensueño en cuanto me veía. Con aquella mirada parecía invitarme a compartir su desprecio por lo que le rodeaba. Entretanto, la gente me empujaba. “Estás loco”, “ven y verás”, conseguí arrastrarlo, y esta vez la figurita nos miró a los dos: “¿ves allí?”

     Palencio no se burló: el maligno carpintero, terminado su trabajo, nos miraba sonriente, mostrando orgulloso la cruz al fondo del taller.