Amor y Cronos
Carlos Almira Picazo


Mañana me subiré al fin en mi Crono móvil y viajaré al día exacto de nuestra primera cita: con lágrimas en los ojos, con un peso en el pecho, contemplaré la espera infructuosa de Marie en los Inválidos:

Estará preciosa como hace años. Me esperará aturdida entre la gente quizá más de una hora. Pero en pocos días superará el desengaño causado por mi plantón. A cambio, nos habremos ahorrado todos estos años de rutina, mentiras, malentendidos. Nunca sospechará cuánto la quiero, escondido entre la gente. Luego volveré al mañana ignoto.

Al fin, he descendido de mi tosca máquina del tiempo, pero nada más ver a Marie he corrido hacia ella. No he podido evitarlo.

Ahora comprendo que es imposible actuar de otro modo: debo volver a construir mi máquina del tiempo, perfeccionándola si cabe, para intentar frustrar los años amargos que nos esperan aquí, en París: pero para ello antes debo conocer a Marie, acudir puntual a nuestra primera cita, amarla, cansarme de ella y que ella se canse de mí, perderla una y otra vez en el proceloso Cronos sin término.