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Dos hombres
hablaban de lo imposible que es caerle bien a todo el mundo, cuando un
pordiosero se acercó a ellos: - No quiero
molestarlos, ¿Pueden regalarme una moneda? - No
tenemos, pero… ¡Dios lo bendiga! El
pordiosero se puso agresivo y descompuesto: - ¿Cuál
Dios?... ¡#/@...;!//#!#;$¡##@!@ - Exclamó y se retiró furioso. Los hombres
se miraron. - ¡Ves, ni
siquiera Dios le cae bien a todo el mundo tampoco! |
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