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El hombre más rico del pueblo era, por añadidura, el más feo y
envidioso a morir.
Fue a la capital y contrató a ocho matones expertos en artes
marciales, lucha libra y toda clase de artimañas y los llevó a su municipio con
una sola misión: asaltar a los varones del pueblo en horas de la noche y darles
en la jeta para deformarles el rostro y dejarlos más feos que él.
Esto me lo contaron y juraron que era cierto. |
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