No todos los días hay un mago
César Molina Consuegra



Entro al circo con la ilusión de los niños; su candidez  e intrepidez. Se sentó en la primera fila y se acomodó  su sombrero voltiao.

Disfrutó el número de los payasos con sus cuentos y risas  únicos e irrepetibles! Enseguida apareció  el Mago con una máscara de Merlín  (el famoso mago que enseñó y ayudó con su magia al  Rey Arturo); a su lado camina su asistente con sombrero Blanco  y un diente de tigre en la frente.

El asistente mete al Mago dentro de una caja dividida en tres secciones y baja la palanca. En la pared hay una cruz. Luego levanta la tapa del frente que da hacia el público y se ve al Mago cortado en tres secciones.

Cierra de nuevo la caja de madera y el Mago ahora está intacto y se sale de la  caja. El público se pone de pie y ovaciona.

El borracho de adelante suelta un pedo y todos sacan sus pañuelos. 

Entonces el hombre del sombrero voltiao  se pone de pie y grita que todo es una falsedad; y va a demostrarlo metiéndose en la caja de madera. Ya verán que cualquiera puede hacerlo!

 

El ayudante del mago; lo ayuda a acomodarse dentro  de la caja; la cierra  y baja la palanca! Se escuchó  un grito más fuerte que el de la "llorona"; el circo vuela en un remolino como un globo; y la sangre llueve sobre el pueblo.