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Me encantan los minirrelatos. Me gusta leerlos porque suelen encerrar
referencias literarias de otras lecturas y otros escritores, su final suele
estremecer, y siempre, siempre, dejan un algo de inquietud pensando en
qué encerraban las escasas líneas. El escritor del minirrelato
suele hacer un guiño inteligente al lector y no muestra, ni
enseña, ni siquiera insinúa, apenas esboza, y la mente del lector
tiene libertad para correr detrás de la idea que quiera lejos de caminos
trillados. También me gusta escribir
minirrelatos. A diferencia de otros géneros en los que las palabras
fluyen más ligeras, aquí cada palabra tiene su lugar, no puede
sobrar ni faltar ninguna. En vez de ser un dibujo o una fotografía, el minirrelato
es una escultura, en la que cada palabra debe de ser cincelada, con mucho
cuidado, con mucha paciencia. Raquel Creatora |
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