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LOS
SÁTIROS son propios de la mitología griega y en Roma son nombrados como faunos,
son los compinches de Pan y Dionisos en sus correrías por los bosques y las
montañas. Como los mencione en mi artículo de las ninfas, una de sus
características es un desaforado apetito sexual pero no se les dificulta
satisfacerlo porque esas chicas siempre están dispuestas. Por eso el desorden
sexual de algunas damas se denomina ninfomanía.
Siempre
son representados como una especie semihumana, mitad hombre y mitad macho
cabrío, bastante feos por cierto, aunque algunas obras de la literatura clásica
los presentan bien parecidos, como galanes de telenovela. Eso me hace pensar en
un chiste de mi hermano que decía: “Bien parecidos al demonio, jajajaja”. Pero
las imágenes que uno encuentra son poco favorecedoras. En la actualidad jamás
los contratarían para galanes.
Se
les representa de varias formas; la más común (y básicamente romana) es la de
una criatura mitad hombre mitad carnero, con orejas puntiagudas y cuernos en la
cabeza, abundante cabellera, una nariz chata, cola de cabra y un priapismo
permanente. A menudo llevan pieles de animales, de pantera (atributo de, por
ejemplo, Dioniso). Las representaciones romanas confundían a los sátiros con
los faunos, quienes solían tener piernas de chivo. La
confusión ha perdurado incluso en obras de arte contemporáneas, como el «fauno
danzante» de Lequesne, que es más bien un sátiro.
Pues
parece que su belleza era un poco más abajo de la cintura y era lo que atraía a
las ninfas. Ellas salían semidesnudas o en puros cueros a bañarse o bailar, a
sabiendas que los muchachos estaban observando, y no disimulaban sus deseos de
que se acercaran y se atrevieran a algo mejor y sabroso. En los cuadros se ve
cuando los Faunos entran en acción y cada uno agarra a la que tiene a mano. No
se les declaran ni llevan flores o cosa parecida, mano a la presa y a darle al
asunto.
Uno
se imagina, ahora van a dar quejas o a poner demanda por violación. Y
que va, al otro día regresaban por otra revolcada. En poesía lo dicen de mejor
manera bonita, pero a ellas les gustaba ese estilo de relación sin compromiso y
a esos tipos igual les daba una u otra muchacha, hoy fornicamos y mañana si te
vi no me acuerdo. De ahí nace también la satiriasis que es un desmedido apetito
sexual. Entonces pensemos el paraíso en que vivían estos desaforados, ellas
siempre querían más de eso y ellos estaban dispuestos también a lo mismo, dele
que dele que eso no se gasta.
Lo
que no encontré por ninguna parte es que hacían si alguna quedaba
embarazada.
Le
dejo a la curiosidad y la imaginación de mis lectores las respuestas. En el
Olimpo no había tribunales donde radicar demandas y Zeus, el mayor
de los dioses, era el campeón de mal ejemplo. Hace mucho conté las andanzas de
este mujeriego, pero como hay lectores recién llegados las repito
otro día. De manera que las embarazadas, supongo, dejaban de fornicar por un
tiempo y cuando nacía el Nuevo faunito volvían a la rumba y al coge coge.
Hasta
la próxima.
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