Pájaros músicos
de
alas muy negras
anunciando
el preludio
al
lenguaje de los mitos.
Un brasero ofrenda deidades
adornado
con púas que asemejan
el
árbol sagrado de La Ceiba,
produce
la niebla espesa del olvido.
La diosa madre Itzapapalotl,
presente
en códices como mariposa,
ya
no vuela sobre “El Cerrito”,
el
viejo santuario Tolteca- Chichimeca.
Allí donde duermen historias
guardadas
en la profundidad del tiempo,
y
el ayer se disfrazó de silencio.
La pirámide emerge
con
su majestuosidad inenarrable
y
domina el hermosa valle.
Mientras, voy dando pasos
largos
y
temblorosos,
como
los dan los pájaros.
Una grácil libélula va a mi lado.
Hace unas cuantas lunas
en
la cima monumental
emergió
una punta de proyectil
de
obsidiana verde el material,
fruto
de un fino trabajo artesanal.
Ese día herían,
los
rayos del indomable Sol
y
disfrutábamos desde la cima
de
un paisaje sin igual.
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