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Tejedoras de palabras, enhebrad vuestra pluma. Para que no se escape, haced un nudo al hilo, pero
el final dejadlo suelto. También podéis juntar ambos extremos:
será más resistente, pero ¡cuidado con los enredos!. Que la primera puntada que deis sea certera. Que la segunda siga a la primera Y la tercera a la
segunda. Sobre una tela blanca, bordad en rojo vuestros
sueños. Si la imaginación os traiciona, probad a
entretejer retales de recuerdos. No dejéis la labor para más tarde. Si hay falta de tiempo, un buen zurcido en una vieja
historia dura otro siglo. Imitad a los grandes: mi abuela copiaba los vestidos
de las tiendas Y nunca cosió uno repetido. No olvidéis que siempre ponemos algo de
nosotros mismos. Hilvanad con franqueza; ya vendrá la hora de los
encajes. Cortad todo lo que sobre y, si el final se
deshilacha, hacedle un buen dobladillo. Y si el hilo se os acaba, sacadlo del ombligo. |
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