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No me mires marinero mira al mar, que soy casada, déjame antes de partir tu sabor a sal amarga que penetre hasta mis huesos las espumas de la playa. Adiós marinero, adiós, te digo, al partir tu barca, me quisiera sumergir hasta empapar mis enaguas e impregnadlas de tu mar como la sal de mi lágrimas para que huelan a sal en la pluma de mi almohada. No me mires marinero, mira al mar que soy casada que tu mirada atraviesa el sentir de mis entrañas. Si alargo hasta ti las manos tu eco enciende mil llamas y he de dejarlo dormir por satisfechas
espadas, bebiendo en ávidos sorbos lo salobre de mis lágrimas. Adiós, marinero, adiós, te diré cada mañana que así miro al horizonte y escucho tu voz que clama, y yo la querré seguir atravesando las aguas. |
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