|
|
XXXIV Hoy
he visto las garzas Refrenando
su vuelo sobre el lago. Era
una mañana con niebla. Eran
tres. Una
y otra vez sobrevolando
los árboles parar
entonces un
instante y
luego seguir
persiguiendo –
a saber
¡Qué sueño! Recuerdo
poemas
a lo lejos que
las evocan en
silencio en
lo profundo del
corazón. Las
garzas despliegan sus
alas entre la niebla, observan
silenciosas los
secretos celestes, entre
las copas de los árboles, son
lo impredecible, lo
que llega con calma, lo
que huye... su
vuelo tierno, refrenado... ¡me enamora! Las
garzas son – lo infinito, lo que viene, va y
se evapora. Su
candidez, su inocencia la
blancura de sus plumas su
vuelo tranquilo e inasible... me enamora. ¡Sí,
en verdad, algo celeste llevan en sus alas, que
me enamora! |
|
|