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XXXVII La
muerte es la hermana silente, paciente, más fiel que la
sombra siempre allí, pendiente. Esperada
o repentina, compañera Que
persigue nuestros pasos A
veces de lejos Otras
nos talonea de cerca... ¡Claro,
que sentimos su presencia! Nació
con nosotros... Un
hilo tan solo nos separa. Liberadora
de penas y dolores Nos
embarca en un viaje largo, sin retorno. A veces,
prematuro. ¿Cúantas
cosas desearíamos haber hecho? A
lo mejor, de una manera diferente. ¿A quién le quedamos
debiendo una visita, una carta, un beso, nuestro apoyo, una palabra amable? ¿que nos llevaremos a final de cuentas a la eternidad? ¿quá clase de angustia nos consumirá? Me
pregunto, si al presentir yo la muerte, ¿la reconoceré? Hoy
en dia, muchos no creen ya en el más allá. Y
el más acá, también les vale, gorro. Solo
cuenta, el monedero. A
la muerte, éso no le interesa. Por
mucho que la quieran sobornar, no se deja. Y
trata a todos por igual. |
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