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XXXVIII Y
cae el amor un dia, de su pedestal imaginario ése que le levantó el corazón enamorado el más ingenuo de los
sueños tan vulnerable y pasajero como un tren de velocidad de los que solo sientes el viento cuando pasa. De
pronto cae como una piedra Rueda
cuesta abajo por una ladera Y
cae, rueda, da vueltas, tropieza, salta, golpea, se rompe, va dejando los sueños por el camino, hasta dar de bruces en el
mar. ¿Como levantaremos
entonces el ánimo del amor despedazado? ¿Habrá que recoger
sus restos en las cuatro esquinas del mundo? Veremos
si algo queda de su sombra, de su infinita esencia, algo de su ternura. |
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