Hablando de promesas
Melissa Ardan Rojas


¡Oh, las promesas de amor!

se parecen a las ciudadelas

y observatorios de nuestras culturas mesoamericanas:

“puros sacrificios” y

“hechas para la eternidad”.

 

“Y lo mejor está en el más allá”...

 

Las imagino, eternas…

¡qué perduran lo indecible...!

sólo para llevarnos la contraria

no temen

al avance de los siglos,

nada opaca su belleza...

al visitarlas revive nuevamente

lo mágico, lo místico, lo eterno...

y pienso que:

son como raíces

que se arraigan

hasta lo más profundo

del alma

y si intentases arrancárlas

te arranca el corazón...

se les fue haciendo

costumbre...

 

En Copán

vi una Ceiba centenaria,

empotrarse en una pirámide...

sus raíces parecían

los dedos de un gigante

Se afianzó todo el árbol

en esta bella inmóvil

penetrando y descubriendo

sus secretos.

o se arraigaba el árbol

o se caía.

y la pirámide le daba paso,

destrozando

estas ingratas raíces,

su estructura

¡no había de otra!

la naturaleza lo había querido así.

 

En Monte Albán

también esta otra belleza:

¡la estructura

al lucero del alba!

Esta estructura

inspira respeto… ¡eh!

la edificaron

para arrancarle

los secretos celestes

la trayectoria

del planeta Venus...

mas bien parece un barco anclado

en la montaña,

que un espectacular observatorio

allí le arrancaban

los secretos a los cielos

los astrónomos zapotecas

 

desde allí se mira

todo el valle de Oaxaca...

ah, Monte Albán...maravilloso,

recuerdo también

los primeros esbozos de

una idea esculpida

en piedra... americana.

recuerdo tu grupo de danzantes..

naturalmente sabemos

que así mostraban el poderío

a los pueblos conquistados,

solo les quedaba tocar

y bailar al son del conquistador

 

Las puertas celestes

del alma,

son los ventanales floridos,

y tu corazón canta como un mirlo al rayar el día

mientras se posa

en otra pirámide

observando todo

con exactitud.

 

Analicemos Palenque,

tiene una belleza bárbara

la tierra y la selva en Palenque vibra...

se escucha la voz del bosque.

los monos aulladores,

nos acompañan

mientras nos adentramos

en su espesura...

se siente la magia de la selva

hay muchos ojos que observan,

espíritus y seres ultraterrenos

acechan entre los árboles,

y el jaguar camina por allí silencioso

como un rey

se percibe un aliento,

algo está por allí, que vibra..

y despierta los sentidos

aquí palpitan los dioses,

de cerca.

 

En Chichén Itzá, los equinocios hablan por si mismos

desde el cielo

no es necesario ni defenderlos,

ni inventarse nada. La evidencia es patente

no dejan dudas, de su origen

divino, celeste, fuera de este mundo

y tu observatorio - estructura de piedra,

tan exquisitamente moderno

en tu forma,

arquitectos del cielo,

astrónomos sin igual.

¡como quisiera yo, que tu amor

llegara a mí como los equinocios!

¡siempre recurrentes!

 

En Uxmal, por Dios

la pirámide “del Mago”,

es impresionante.

si estoy de pie en una de sus gradas,

frente a mí se levanta esta pirámide

casi a sesenta y cinco grados

de inclinación, buscando el cielo

y mi boca está, apenas a una cuarta de distancia,

casi la beso, yo.

 

Una grada, llega hasta mi rodilla

de altura. Subir y bajar la misma,

es una hazaña, que implora mi valentía,

mis nervios, mi coraje, y que le haga frente

a lo que sea...

 

Las promesas de amor, son naturalmente, hermosas,

pero en el momento

de entrarle de lleno..

se debilitan las piernas...

se parece algo así

como subir esta pirámide

donde se implora:

 a mi valentía, coraje,

mis nervios

donde hay que hacerle

frente a lo que sea...

intentar la vida conyugal,

es una hazaña..

nena, nena, ¡que te lo advertí!

“No estoy sobre pétalos de rosas”

dijo Cuatemoc...valiente guerrero azteca

 

También me pregunto: ¿si escuchaste mi voz

entre la brisa de Teotihuacan?

¿si sentiste mi presencia?

¿son las mariposas mágicas

del amor, las que revolotean?

me pregunto: ¿Si estuviste allí?

¿si recibiste el mensaje de los dioses?

si estando en ese lugar sagrado

pensaste en mí, como yo en ti.

 

¡te ví de lejos Teotihuacan...! imponente...

vi a Quetzalcoatl,

metí mi brazo valientemente

“un segundo” en su fauce

y lo saque “corriendito”

pues el miedo...

se me vino encima

aunque era de piedra, ¿quién sabe

si el Dios “Tlaloc”  lo pensaba dos veces y se arrepentía

y se llevaba mi brazo...

 sin querer?

¡mejor no lo azuzo!, ¿quién sabe?

veo que es de piedra,

pero no hay que atenerse...

hay que desconfiar hasta de los dioses,

cuantimás si son conocidos

por ser sangrientos..

y uno está en Teotihuacan.

en este lugar sagrado, bien podría yo creer

que los corazones, se encuentran

y se desean, y no importa tiempo

ni espacio, todo es eterno allí…