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Soy la persona
más ignorante que he conocido, aunque ignoro conocer a alguien. En el diccionario
aparece mi nombre junto a la palabra “ignorancia”. Soy el ejemplo
vivo del desconocimiento de todo lo básico, lo práctico,
lo real.
Ignoro el color de
mi propia cabellera, ignoro los
límites de mi cuerpo y hasta dudo de mi propio sexo. Mi nombre no lo
conozco, mis manos no saben lo que tocan, escucho palabras que no se han dicho, huelo tu aliento y no estás cerca. Si me preguntas
cualquier cosa, cualquier cosa responderé, pues lo ignoro. No entiendo tus
preguntas y ni siquiera mis respuestas. No sé
qué haces, no sé qué dices, no sé qué piensas y sufro. No sé
qué hago, no sé qué digo, no sé qué pienso y no sé
si sufres. Me esfuerzo, te
juro que me esfuerzo en comprender, en comprenderte y en comprenderme. Pero carezco de
algo, que no sé lo qué es. Las certezas que
invento cada día para no llorar de tristeza y soledad, por la tarde se derriten poco a poco bajo el
sol. Cada día
las invento nuevamente pero el resultado siempre es el mismo. Nada hay cierto
bajo el sol Y no me importa,
la certeza es aburrida. Pero daría
todo por tener clara una cosa: Si estoy sola o
no. |
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