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XXVIII Me trajo tu alma de abeja la miel de los corazones celestes los sonidos mágicos del universo zumbando a mi alrededor mirándome de reojo como si fuese yo una gardenia. Tú, abeja de mi Vida, que reconoces probablemente de lejos lo que no digo y que con tus alas me llenas de brisa
marina refrescando el fondo de mi ser. No eres altiva, abeja mía, haces sin preguntar, tu trabajo y zumbas de nuevo y nos das tu miel angelical.. Sin duda alguna eres la maravilla del universo tú, que siempre zumbas por aquí y por allá Y yo te escucho y te pienso principalmente en mi corazón. |
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