Bendiciones
Carolina Grekin Garfunkel



De las virtudes no hay una

que yo nombre la primera,

pero a un hada le pidiera

que al niño que yace en cuna,

(lana, algodón y madera,

tamizada luz de vela

con velo en la cabecera),

con un toque de su vara

su destino bendijera

en especial con la gracia

que al pensamiento libera:

 

“Que junto con los talentos

que los dioses le confieran

diversos y en abundancia,

venga a ser la tolerancia

siempre su fiel compañera.

En acogiendo a su vera

naturales divergencias

con la más profunda calma,

se pueda abrir en su alma

a las artes y a las ciencias.

Con quienes se le opusieran

o enfrentándose al fracaso

no se duela en su egoísmo,

sepa encontrar por sí mismo

ideas fuerza a su paso.

 

También venga la templanza

en los retos del momento

a suavizar su carácter

y al mismo temperamento.

Que defienda las ideas

basado en su pensamiento

y despierten en su alma

los más puros sentimientos.

Que en la lucha sea noble,

sin crueldad y sin lamento,

y no se enfrente a personas

sino sólo a los conceptos.

Con la verdad como norte

tome la senda que inicia,

y a la belleza, nutricia,

le abra su alma de hombre.

 

Y cuando sea que llegue

de su trayecto el final

sabrá que es un nacimiento,

y otro retorno al hogar;

un hombre nuevo y distinto

al que ya ha sido, vendrá,

que será y no será el mismo

y por los tiempos, será”.