Dos almas
Carolina Grekin Garfunkel



Dos almas viven en Chile.

O tres. O cuatro.

Y chocan y se enfrentan

como placas tectónicas.

Fisuras del alma,

de las almas chilenas.

Grietas que muestran

los daños estructurales.

La pregunta quema levemente

el corazón de los buenos

que no son tan buenos,

que no son tan malos.

Se estruja un poco el corazón

de los que no saquean

y tibiamente se sienten

llamados a ayudar

a los menos afortunados.

 

Un sismo impacta las conciencias

de un pueblo telúrico.

Un poco.

Levemente.

Por unos instantes.

Dos Chiles reciben las ondas

que devastan sólo a algunos,

a los más pobres

y a los que viven en edificios de utilería.

En la madrugada del 27 de febrero

temblaron la tierra y nuestras certezas.

La luz del sol alumbró a la patria dividida.

Vimos que nada ocurrió

en el Chile que desayuna y se ducha

como en un día cualquiera.

Mientras, en el otro Chile,

El de las aguas barrosas y pan de dolor,

el chile del silencio de los muertos

y los hogares y proyectos desgajados,

las preguntas queman de verdad.

Es la hora de los grandes gestos. Sí.

También.

Es la hora de vernos por fin.

Es la hora de pensarnos Chile.