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Otoño de la tierra repetido; eterno pasaje a la
resurrección. Así en el hombre, cual sea
su misión, al eterno ciclo nace sometido. Imagen terrenal del recorrido que va del verde al rojo y amarillo para el hombre de fuste y el
sencillo que, iguales en la muerte, han
renacido. Y esta belleza que le llena el
alma, a quien decide ver cuando lo mira al bosque en llamas que devoto
admira, es mensaje que se recibe en calma. Pues esta senda que su alma
advierte la ha de recorrer de igual manera desde que nace y muere aquí
en la tierra y renace al espíritu en la
muerte. Vida aparente, primavera, ofreces y a su vez el verano te exagera hasta entregar exhausto su bandera a un otoño al que el
invierno vence. La vida que se ofrece, silenciosa, la devela el otoño en su
mesura al hombre que lo ve y no pone en
duda al espíritu en la espina y
en la rosa. Bajo hipnótica
eclosión primaveral se renueva en el hombre la
ignorancia del saber que la tierra es
sólo estancia, que su origen no es el reino
mineral; que el reino vegetal, exuberante, se aleja de la tierra hacia los
cielos y se yergue de lo oscuro de su
suelo a la luz del espíritu
operante. |
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