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¡Oh gran Tenochtitlan! señorío más poderoso del
Anáhuac belleza por doquier en tus templos,
tianguis, calzadas e islotes. ¡Estad alerta! ante ti se presenta la gran amenaza que sucumbirá al gran
imperio. Gran Cuauhtemoc águila que cae. Eres conciente de ello. Cargarás a tus espaldas, días y noches de horror para tu amado pueblo. La profecía se cumple: llega el hombre blanco y con él su poderosa
arma: la mentira. Un largo lamento, un
llanto, la historia de la
traición se empieza a escribir, un grito de
incredulidad, ¿por qué?. ¿Dónde están nuestros
dioses? Asombro y dolor ante la codicia y maldad de los que creímos seres
divinos. Dioses insaciables y atroces en su proceder. No conocíamos, ni en los antiguos
códices, historias de tanta
maldad. Dioses con cuerpo cubierto de plata, empuñando truenos y
centellas montando enormes
venados. Y tú Cuauhtemoc sin proferir un leve
gemido, fuiste atado, torturado
y quemado. Contigo, nuestro honor mancillado… Y a ti Cuauhtemoc te recordamos: tu cuerpo bien
proporcionado, tu piel cobriza, tus maneras finas y
atractivas. Sangre de águila y
jaguar, tu mirada penetrante, tus músculos tensos ,el
amor por tu pueblo, pisoteado. Por eso duele tu muerte, duele la humillación, la hipocresía, la
prepotencia, la ignorancia, la
intolerancia. Que se hace pregunta: ¿Qué os ha hecho este
hombre? ¿Qué os ha hecho este
pueblo? Y pensar que… creïmos que eran dioses, traídos por el viento y
el mar, y sí, arrasaban todo, robaban, violaban, mataban… Un cortejo de férreas
sombras aniquilando y quemando, ignorando el dolor y la
bravura de tu estirpe. Uei Tlatoani entereza y altura moral, el sacrificio de una
gran raza vive en ti. Tus alas se desplegaron buscando el horizonte de la inmortalidad. Eres libre como tu
pueblo, tu libertad está
presente en el trinar del zenzontle que se presenta cada
mañana en la maravillosa tierra
mexicana. |
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