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Paredes con reproches, dolores nuevos, dolores viejos, liberan la amenaza que flota sobre el espíritu. Se agrieta la razón. Las palomas picotean
piedras en la plaza. Piedra, triste y gris. Mientras, un hombre bosteza revisando las páginas de un diario que terminará en las manos del viento. El mismo que trae ese olor inconfundible a sal, muelle, barcos y viejas supersticiones e iras ancestrales. |
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