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Una máquina de escribir
rota, descansa bajo el encino, vieja como las enigmáticas estrellas. Un pájaro azul, pica las teclas desvencijadas, extendiendo sus delicadas alas. Las palabras, vuelan una a una se acomodan a su gusto formando líneas de versos, que el viento susurra y surgen rayos luminosos por doquier en la etérea transparencia. Extraño conflicto, poesía y luz retan al infinito. |
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