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En la floresta
adormecida, un árbol danza entre los brazos del viento. Una alfombra de hojas
sangrantes dejó el otoño perdidas. Ocre hojarasca. Los pensamientos pasan
como ráfagas, ráfagas de historias… Hay que excavar hondo como un abrecaminos en la memoria. Luchar contra la
invasión de olvidos que siempre se propaga. Navegar por ríos de
ríspida melancolía, que son simples afluentes. En la orilla, un arbolito enclenque, mutilado, se empieza a secar. Yacen en él enigmas y
fantasmas que han pasado por la criba de un laberíntico mundo poblado por seres etéreos e inmaculados. |
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